América Latina debe aprender a vivir sin China
El Banco Mundial advierte de una “desaceleración permanente” del crecimiento en la región sudamericana
“¡Nosotros apagamos los fuegos del hambre!”, anuncia el puesto móvil de comida peruana color rojo aparcado delante de la sede del Fondo Monetario Internacional (FMI), esta semana rodeado de policías armados. Es un gesto antropológico del FMI que refleja la cara humana de Christine Lagarde hacia los “emprendedores” de la economía informal latinoamericana. Dentro del edificio, los ministros y altos funcionarios de 188 países socios del organismo podían probar bocados de la nueva cocina limeña repartidas por una chamana del altiplano. Todo en preparación para la próxima asamblea del FMI y del Banco Mundial que se celebrará en octubre en Lima.
Pero en el ámbito macroeconómico, los fuegos de crecimiento latinoamericanos ya están agotados, debido, en mayor medida, a la disminuida hambre de materias primas en China, gran motor de la región sudamericana desde hace 15 años.
Aunque Perú saca mejores resultados que otros países, el FMI prevé un crecimiento de sólo el 0,9% en América Latina y el Caribe en el 2015 y una débil recuperación al 2% en el 2016. A largo plazo, el Banco Mundial duda ya de que la media de crecimiento potencial para la región vuelva a rebasar el 2,5%, casi igual que el raquítico ritmo de expan- sión que caracterizaba la zona antes de la irrupción de China en la economía mundial en los años noventa como comprador de último recurso de todo el acero y la carne brasileños, o el cobre chileno y peruano. Paradójicamente, “las venas abiertas de América Latina” –según la frase denunciadora del escritor uruguayo Eduardo Galeano que falleció esta semana– se habían convertido en un gran motor de crecimiento y desarrollo para los gobiernos de la nueva izquierda latinoamericana, clave para sus estrategias para luchar contra la pobreza.
Pero ya no. El crecimiento chino ha bajado del 10% al 7% en tres años y sólo alcanzará el 6,5% como media en el 2015 y el 2016, según las nuevas previsiones del FMI. Todo indica que la tendencia bajista se mantendrá. Por si fuera poco, la nueva fase de crecimiento en China, impulsada por el consumo y no por la inversión, requerirá muchas menos materias primas latinoamericanas.
Debido a los “shocks externos provocados por la desaceleración china”, América Latina “ha vuelto a un entorno de bajo crecimiento y parece que va ser persistente”, sentenció el viernes el economista jefe del departamento de América Latina del Banco Mundial, Augusto de la Torre.
El optimismo de la década pasada en América Latina, cuando se anunciaba a bombo y platillo, desde São Paulo hasta Madrid, sin olvidar a Wall Street, que el momento para la región finalmente había llegado, se ha desvanecido por completo en Washington. “En 100 años no hemos estrechado la brecha entre la renta media per cápita de EE.UU. y la nuestra”, dijo De la Torre. La desaceleración afecta a todos las llamadas economías emergentes y el grupo de los BRICS, pero la región más impactada es América Latina y, en particular, el país que mejor resumía el optimismo del inicio del nuevo siglo: Brasil.
“Conforme el crecimiento chino ha chocado contra un te- cho, América Latina ha chocado también”, advierte un nuevo informe del Banco Mundial
titulado América Latina pisa un camino estrecho de creci
miento. En el caso de Brasil, cuyas estrategias de economía dirigida bajo los gobiernos del Partido de los Trabajadores de Ignacio Lula da Silva y Dilma Rousseff habían apostado muy fuerte por multinacionales de extracción minera y venta de alimentos para el mercado chino, el FMI ha rebajado su cálculo del crecimiento potencial desde niveles superiores al 3% hasta el 2,5%. Las tres economías más grandes de la región –Brasil, Argentina y Venezuela– atravesarán recesiones este año, según el FMI.
Puesto que “es harto improbable que China pueda experimentar otra vez una explosión de crecimiento de dimensiones épicas”, advierte el informe, “todo apunta a que habrá una desaceleración permanente del crecimiento en toda la región latinoamericana”.
Todo esto es muy mala noticia para la apuesta por consolidar los extraordinarios logros cosechados en la primera década del nuevo siglo en el combate contra la pobreza de la región. Un crecimiento del 2,5% “es muy insuficiente para el progreso social”, dijo De la Torre. “Sudamérica (frente a México y Centroamérica) va peor debido a su dependencia de las materias primas”, dijo el viernes Alejandro Werner, responsable del FMI en América Latina. En general “los restringidos vínculos comerciales con EE.UU. van a mermar los beneficios que pudieran provenir de la expansión estadounidense”. La visita anunciada de Dilma Rousseff a Washington tras años de reticencia puede ser un reflejo de la necesidad que se percibe en Brasilia de un acercamiento a EE.UU.
México, el gran perdedor en la década prodigiosa de las materias primas y la demanda china, ahora puede ser el beneficiario de su dependencia comercial de EE.UU., que ya entra en una fase de crecimiento robusto. Tras el estancamiento del crecimiento en México en el 2014, se prevé que crecerá más del 3% este año, según el FMI.
Pero jamás conviene infravalorar a China, ni a los países latinoamericanos que han basado su desarrollo en el éxito de Pekín. “La desaceleración china es un golpe comercial para América Latina, pero China seguirá siendo una fuente importante de inversiones”, dijo un asesor del Banco Interamericano de Desarrollo. A fin de cuentas, tal como todos comentan en la asamblea del FMI esta semana, China se ha impuesto a EE.UU. en el pulso geopolítico de la financiación del desarrollo.
Pekín es el principal comprador de acero y carne brasileños, cobre chileno y peruano En el 2015 se espera un crecimiento del 0,9% en América Latina y el Caribe