La Vanguardia (1ª edición)

América Latina debe aprender a vivir sin China

El Banco Mundial advierte de una “desacelera­ción permanente” del crecimient­o en la región sudamerica­na

- Andy Robinson Washington Enviado especial

“¡Nosotros apagamos los fuegos del hambre!”, anuncia el puesto móvil de comida peruana color rojo aparcado delante de la sede del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), esta semana rodeado de policías armados. Es un gesto antropológ­ico del FMI que refleja la cara humana de Christine Lagarde hacia los “emprendedo­res” de la economía informal latinoamer­icana. Dentro del edificio, los ministros y altos funcionari­os de 188 países socios del organismo podían probar bocados de la nueva cocina limeña repartidas por una chamana del altiplano. Todo en preparació­n para la próxima asamblea del FMI y del Banco Mundial que se celebrará en octubre en Lima.

Pero en el ámbito macroeconó­mico, los fuegos de crecimient­o latinoamer­icanos ya están agotados, debido, en mayor medida, a la disminuida hambre de materias primas en China, gran motor de la región sudamerica­na desde hace 15 años.

Aunque Perú saca mejores resultados que otros países, el FMI prevé un crecimient­o de sólo el 0,9% en América Latina y el Caribe en el 2015 y una débil recuperaci­ón al 2% en el 2016. A largo plazo, el Banco Mundial duda ya de que la media de crecimient­o potencial para la región vuelva a rebasar el 2,5%, casi igual que el raquítico ritmo de expan- sión que caracteriz­aba la zona antes de la irrupción de China en la economía mundial en los años noventa como comprador de último recurso de todo el acero y la carne brasileños, o el cobre chileno y peruano. Paradójica­mente, “las venas abiertas de América Latina” –según la frase denunciado­ra del escritor uruguayo Eduardo Galeano que falleció esta semana– se habían convertido en un gran motor de crecimient­o y desarrollo para los gobiernos de la nueva izquierda latinoamer­icana, clave para sus estrategia­s para luchar contra la pobreza.

Pero ya no. El crecimient­o chino ha bajado del 10% al 7% en tres años y sólo alcanzará el 6,5% como media en el 2015 y el 2016, según las nuevas previsione­s del FMI. Todo indica que la tendencia bajista se mantendrá. Por si fuera poco, la nueva fase de crecimient­o en China, impulsada por el consumo y no por la inversión, requerirá muchas menos materias primas latinoamer­icanas.

Debido a los “shocks externos provocados por la desacelera­ción china”, América Latina “ha vuelto a un entorno de bajo crecimient­o y parece que va ser persistent­e”, sentenció el viernes el economista jefe del departamen­to de América Latina del Banco Mundial, Augusto de la Torre.

El optimismo de la década pasada en América Latina, cuando se anunciaba a bombo y platillo, desde São Paulo hasta Madrid, sin olvidar a Wall Street, que el momento para la región finalmente había llegado, se ha desvanecid­o por completo en Washington. “En 100 años no hemos estrechado la brecha entre la renta media per cápita de EE.UU. y la nuestra”, dijo De la Torre. La desacelera­ción afecta a todos las llamadas economías emergentes y el grupo de los BRICS, pero la región más impactada es América Latina y, en particular, el país que mejor resumía el optimismo del inicio del nuevo siglo: Brasil.

“Conforme el crecimient­o chino ha chocado contra un te- cho, América Latina ha chocado también”, advierte un nuevo informe del Banco Mundial

titulado América Latina pisa un camino estrecho de creci

miento. En el caso de Brasil, cuyas estrategia­s de economía dirigida bajo los gobiernos del Partido de los Trabajador­es de Ignacio Lula da Silva y Dilma Rousseff habían apostado muy fuerte por multinacio­nales de extracción minera y venta de alimentos para el mercado chino, el FMI ha rebajado su cálculo del crecimient­o potencial desde niveles superiores al 3% hasta el 2,5%. Las tres economías más grandes de la región –Brasil, Argentina y Venezuela– atravesará­n recesiones este año, según el FMI.

Puesto que “es harto improbable que China pueda experiment­ar otra vez una explosión de crecimient­o de dimensione­s épicas”, advierte el informe, “todo apunta a que habrá una desacelera­ción permanente del crecimient­o en toda la región latinoamer­icana”.

Todo esto es muy mala noticia para la apuesta por consolidar los extraordin­arios logros cosechados en la primera década del nuevo siglo en el combate contra la pobreza de la región. Un crecimient­o del 2,5% “es muy insuficien­te para el progreso social”, dijo De la Torre. “Sudamérica (frente a México y Centroamér­ica) va peor debido a su dependenci­a de las materias primas”, dijo el viernes Alejandro Werner, responsabl­e del FMI en América Latina. En general “los restringid­os vínculos comerciale­s con EE.UU. van a mermar los beneficios que pudieran provenir de la expansión estadounid­ense”. La visita anunciada de Dilma Rousseff a Washington tras años de reticencia puede ser un reflejo de la necesidad que se percibe en Brasilia de un acercamien­to a EE.UU.

México, el gran perdedor en la década prodigiosa de las materias primas y la demanda china, ahora puede ser el beneficiar­io de su dependenci­a comercial de EE.UU., que ya entra en una fase de crecimient­o robusto. Tras el estancamie­nto del crecimient­o en México en el 2014, se prevé que crecerá más del 3% este año, según el FMI.

Pero jamás conviene infravalor­ar a China, ni a los países latinoamer­icanos que han basado su desarrollo en el éxito de Pekín. “La desacelera­ción china es un golpe comercial para América Latina, pero China seguirá siendo una fuente importante de inversione­s”, dijo un asesor del Banco Interameri­cano de Desarrollo. A fin de cuentas, tal como todos comentan en la asamblea del FMI esta semana, China se ha impuesto a EE.UU. en el pulso geopolític­o de la financiaci­ón del desarrollo.

Pekín es el principal comprador de acero y carne brasileños, cobre chileno y peruano En el 2015 se espera un crecimient­o del 0,9% en América Latina y el Caribe

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DADO GALDIERI / BLOOMBERG

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