Infeliz infancia

El novelista británico William Golding escribió que el cielo se encuentra alrededor de nosotros en nuestra infancia. Claro que creció a principios del siglo XX en el seno de una feliz familia de clase media del sur de Inglaterra, donde el padre, que era profesor de Ciencias, le enseñó a amar la naturaleza, y la madre, que era sufragista, a respetar a las mujeres. Pero no siempre la infancia resulta una etapa entrañable, que al cabo de los años se recuerda como un paraíso protector.

La sociedad mexicana está consternada por la noticia que narra la corresponsal en México del diario: un grupo de cinco chicos y chicas de entre 11 y 15 años mataron cruelmente a Cristopher, un niño de seis años, vecino de su barrio, que aceptó jugar con ellos “al secuestro”, imitando las bandas del crimen que actúan con total impunidad en el país. El pequeño se sumó al rapto fingido con ánimo de vivir una aventura con sus amigos mayores, pero la diversión duró poco: lo que tardó en iniciarse una ceremonia de inusitada violencia, que concluyó con el apedreamiento del menor y su posterior apuñalamiento.

Es indudable que, como ha declarado el fiscal, más que un problema policial, este homicidio revela la descomposición social y la ausencia de valores en una sociedad expuesta permanentemente a la violencia. Los hechos ocurrieron en un suburbio de Chihuahua, capital del estado del mismo nombre, el tercero con más asesinatos.

México es el país donde se producen más secuestros, que afectan no sólo a las clases adineradas, sino a todos los estamentos. Se han llegado a pedir 50 dólares a una familia humilde por un rescate. Los niños de las afueras de Chihuahua han reproducido la violencia cotidiana en sus calles y esta vez el espejo en que se miran sus habitantes se ha hecho añicos ante sus ojos.