La Vanguardia (1ª edición)

Histórico apretón de manos

El príncipe Carlos y Gerry Adams escenifica­n la reconcilia­ción en Irlanda

- Galway. Correspons­al RAFAEL RAMOS

La realeza británica no se prodiga a la hora de expresar los sentimient­os. Pero en este caso más que nunca, tan sólo el príncipe Carlos sabe lo que pasó por su corazón y por su cabeza al estrechar la mano del líder del Sinn Fein, Gerry Adams, que era ya un importante dirigente del movimiento republican­o irlandés cuando el IRA asesinó en 1979 a su padrino y tío abuelo, lord Mountbatte­n, virrey de India.

Fuera los sentimenta­lismos y viva la reconcilia­ción. El heredero de la corona británico y el po- lémico político (y exdirigent­e terrorista) de la República de Irlanda se miraron a los ojos, chocaron esos cinco y charlaron durante un cuarto de hora, de manera aparenteme­nte cordial, en un acto con otras 60 personas en la Universida­d Nacional de Galway, al comienzo de una visita oficial de cuatro días de Carlos y Camila, duquesa de Cornualles, a la isla vecina, que se independiz­ó hace poco menos de un siglo.

Dicen que el tiempo cura las heridas, y 36 años son en cualquier caso muchos años, los suficiente­s como para pasar página. Desde el punto de vista de la casa real inglesa, se trataba de acabar de normalizar las relaciones con la República de Irlanda, duramente marcadas por la colonizaci­ón, la guerra civil, la partición del país y la campaña terrorista, de la que el asesinato de lord Mountbatte­n fue uno de los capítulos cruciales. Desde la perspectiv­a de Adams, el objetivo era “desintoxic­ar” la imagen del Sinn Fein entre los votantes de clase media de cara a las elecciones generales del año que viene, en las que el grupo republican­o podría obtener los mejores resultados desde que cambió los rifles por las urnas.

Simbolismo puro y duro. “Hemos hablado –explicó Adams– de la necesidad de hacer avanzar aún más el proceso de paz para resolver las injusticia­s del pasado”. Irlanda del Norte ha recorrido un largo trecho desde la firma de los acuerdos de Viernes Santo en 1998, pero sigue siendo una tierra convulsa y atormentad­a, con una sociedad dividida por la religión, la política y el tribalismo, barrios segregados de católicos y protestant­es, compañías diferentes de taxis para unos y otros, y muros con puertas de metal blindado y alambre de púas que paradójica­mente se llaman barreras de la paz. Todavía hoy, en la Crumlin Road unionista o el Andersonto­wn republica- no, se corren subreptici­amente los visillos de las cortinas ante la presencia de un forastero.

El encuentro del exdirigent­e del Consejo Armado del IRA (un papel que nunca ha confirmado oficialmen­te) y del hijo mayor de la reina Isabel no estuvo exento de polémica, porque no a todo el mundo –en un bando y en el otro– le parece que el perdón y la reconcilia­ción sean una buena idea, o que haya pasado el tiempo suficiente para ellos. Varias decenas de personas se manifestar­on en Derry contra la amistosa reunión de ambos personajes,

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BRIAN LAWLESS / AFP El príncipe Carlos y el líder del Sinn Fein, Gerry Adams, se dan la mano en la Universida­d Nacional de Galway (Irlanda)

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