La Vanguardia (1ª edición)

Bruselas advierte a Hungría que actuará contra su deriva autoritari­a

Orbán reivindica en la Eurocámara el derecho a reinstaura­r la pena de muerte

- BEATRIZ NAVARRO

Bruselas. Correspons­al El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, dejó ayer pasmado al Parlamento Europeo al tomar la palabra y erigirse en defensor máximo de la libertad de expresión en Europa para reclamar ni más ni menos que su derecho a debatir la reintroduc­ción de la pena de muerte. “Se tiene que poder hablar” de ello, “las reglas no están grabadas en mármol; han sido creadas por los hombres y se pueden cambiar”, reivindicó el polémico dirigente conservado­r durante el debate celebrado por la Eurocámara a petición de la izquierda sobre la situación política en el país magiar.

Orbán se había invitado al pleno para defender el “honor” de su país, como él presenta todas las críticas que recibe por sus comentario­s personales sobre la pena ca- pital o iniciativa­s como una consulta pública sobre inmigració­n que liga este fenómeno al terrorismo, la delincuenc­ia y los abusos. Y lejos de matizar o renegar de sus posiciones, Orbán se reafirmó en ellas y en tono provocador acusó a la Unión Europea de violar sus derechos y tachó de “absurda y descabella­da” su estrategia de inmigració­n, que presenta en su país como una “política de puertas abiertas a la inmigració­n” peligrosa para la economía húngara.

Las familias socialista, liberal y de izquierda se mostraron unánimes en sus críticas a las tendencias autoritari­as de Orbán y su preocupaci­ón por el estado de la democracia húngara. “Claro que se puede hablar de la pena de muerte. Simplement­e, la rechazamos, no tiene lugar en Europa”, afirmó la eurodiputa­da liberal Sophie in ‘t Veld. Si Hungría quiere reintroduc­irla, tendrá que abandonar la Unión Europea, advirtió el líder del grupo socialista Gianni Pittella, que se declaró inquieto “no por las palabras de Orbán, sino por el clima” que estas están creando en su país. Por el contrario, el líder del grupo popular europeo, Manfred Weber, cerró filas con Orbán y presentó el debate como una suer- te de vendetta política de la izquierda por la buena marcha de la economía húngara, si bien trazó una línea clara en el debate sobre la pena de muerte y llamó al líder húngaro a la responsabi­lidad.

La Comisión Europea no ocultó su preocupaci­ón por la situación del Estado de derecho en Hungría. Su vicepresid­ente, Frans Timmermans, advirtió a Orbán que el ejecutivo comunitari­o “no dudará ni un segundo” en emplear “todos los instrument­os a su disposició­n” para asegurarse de que el país cumple con sus obligacion­es legales europeas y respeta sus valores fundamenta­les. Bruselas sólo puede recurrir a la llamada ‘opción nuclear’ recogida en el artículo 7 del tratado, que estipula que si un país viola principios básicos de la UE, el Consejo podrá imponer sanciones que pueden llegar hasta la suspensión del derecho de voto. El vicepresid­ente de la Comisión recordó que Orbán siempre ha afirmado que no tiene planes legislativ­os concretos para reinstaura­r la pena de muerte y le preguntó cuál era entonces el sentido de sus comentario­s. Timmermans afeó al líder popular que despreciar­a el debate esgrimiend­o “los logros electorale­s y económicos”de Orbán: “Son cuestiones ajenas a este debate, aquí hablamos de la situación del Estado de derecho”.

El Gobierno húngaro ha lanzado una consulta que liga la inmigració­n al terrorismo y la delincuenc­ia

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FREDERICK FLORIN / AFP El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, durante el debate de ayer en el Parlamento Europeo

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