La Vanguardia (1ª edición)

Bricolaje ‘causadivor­cios’

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Las compras se han convertido en un hábito de ocio para echar la tarde del sábado, a veces sin demasiado cálculo de la energía que puede llegar a derramarse. Conviven dos sentimient­os encontrado­s al elegir el objeto preciso: el agobio de comparar y decidir, y la alegría del hallazgo. El primero es pesado, jaquecoso; el segundo, saciante y optimista, capaz de investirte una eficacia descomunal una vez realizada la compra. Pero hay un tercer elemento, si se compra junto a la pareja, que a menudo desestimam­os: la bronca, y toda su colección de mohines, suspiros, silencios en el coche y caras largas a ambos lados de la cama.

Una psicóloga norteameri­cana, la doctora Ramani Durvasula, ha realizado numerosas visitas a Ikea, bloc en mano, y ha llegado a la conclusión de que el templo del diseño funcional y económico es también un campo de batalla para las parejas. “Una pesadilla para las relaciones”, ha declarado Durvasula a The Wall Street Journal, una doctora que en sus terapias obliga a montar cómodas y estantería­s a sus pacientes. La portavoz de la firma en EE.UU., Janice Simonsen, siguiendo la política nice de “cambiar tu vida”, dijo al periódico que son consciente­s de que pueden abrir brechas en la pareja, pero se sienten “felices” de formar parte de las terapias para fortalecer­las.

En España incluso lo han explotado en su reciente campaña de publicidad donde tiraron del exministro de Trabajo –actualment­e mediador de conflictos–, Manuel Pimentel, en un spot que animaba a no subestimar lo que un armario puede hacer por tu vida y tu pareja. Pero ¿por qué las discusione­s por la compra de muebles y objetos para la casa se incrementa­n –según el artículo, un 12% de las parejas del estudio que renovaron su hogar juntas llegaron a pensar en separarse– en lugar de las del carro del supermerca­do?

Escribía Gaston Bachelard a propósito de los primeros bloques de pisos parisinos que las relaciones de la morada y del espacio se volvían facticias: “La vida íntima huye por todas partes”. Protegerse a toda costa rubricando el gusto, o la necesidad, de uno por encima del otro es parte del azote del instinto en el acto de cuidar el nido.

La doctora Durvasula ha detectado un mueble que ha rebautizad­o como el causadivor­cios, la combinació­n de almacenaje Liatorp. El montaje de la pieza, un auténtico sudoku del bricolaje, causa estragos hasta que la confusión desemboca en ira, cada uno quiere tener la razón, y acude, miserable, el desprecio al otro. Pero el error no suele tener que ver con las baldas del causadivor­cios ni con el estrés de la compra, sino con pensar por un vergonzoso pero humano instante que en verdad lo que elegimos mal no fue el mueble, sino la pareja.

Por un vergonzoso pero humano instante pensamos que en verdad lo que elegimos mal no fue el mueble, sino la pareja

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