La Vanguardia (1ª edición)

La crisis aumenta el consumo ocasional de tranquiliz­antes

La ingesta de alcohol y de cannabis crece por la “angustia”

- CELESTE LÓPEZ Madrid

La crisis económica ha tenido efectos en casi todos los aspectos de los ciudadanos. La angustia se ha instalado en muchos hogares, en unos porque sus integrante­s se han quedado en paro, en otros, por el miedo a perder el empleo. Y esa angustia y esa permanente desazón han modificado muchos hábitos, incluidos los relativos al consumo de drogas, ya sean legales, como el alcohol y los tranquiliz­antes, o como el cannabis.

Así lo indica una investigac­ión realizada por el Institut Hospital del Mar d’Investigac­ions Mèdiques (IMIM) y de la Universita­t Pompeu Fabra, en la que ponen de manifiesto el cambio de hábitos en estos años de crisis: se ha reducido el consumo mantenido, pero se ha incrementa­do la ingesta ocasional excesiva. Es decir, más atracones.

Esto es muy claro con el alcohol. “Los resultados muestran que, a pesar de que el consumo excesivo diario disminuyó durante el periodo de recesión económica (2009-2011), aumentaron los episodios ocasionale­s de consumo excesivo tanto en hombres como en mujeres, con indepen- dencia de la situación laboral”, explica Antonio Domingo, investigad­or del grupo de epidemiolo­gía de las drogas de abuso del IMIM. Lo mismo ocurre con el consumo ocasional de cannabis entre hombres y mujeres parados de entre 35 y 64 años, así como el uso de tranquiliz­antes entre los varones de entre 15 y 64 años con trabajo y entre las mujeres de entre 35 y 64 años con independen­cia de su situación laboral.

ES T R A T E G I A

La investigac­ión, que se publica en la revista Addiction, utiliza como base la Encuesta Domiciliar­ia sobre Alcohol y Drogas en España (Edades), tanto la que se hizo en los años de bonanza (20052007) como la realizada durante la crisis (2009-2011). Del análisis de estos datos se desprende que durante la recesión económica se redujo el consumo excesivo diario de alcohol en todas las franjas de edad, independie­ntemente de la ocupación, excepto en la franja de mujeres de entre 15 y 34 años, que se mantuvo.

Este descenso se explicaría “por las dificultad­es económicas”. El incremento del consumo ocasional excesivo podría ser “una manera de hacer frente” a la ansiedad y la angustia emocional ante la amenaza, real o percibida, de pérdida del trabajo o de dificultad­es financiera­s.

En cuanto al cannabis, que se ha incrementa­do entre la población desemplead­a, la explicació­n va también en la línea de la necesidad de hacer frente a la ansiedad ante el paro y el exceso de tiempo libre, mientras que los tranquiliz­antes –más entre hombres ocupados– se justifica por la insegurida­d sobre el trabajo y las condicione­s precarias.

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