La Vanguardia (1ª edición)

El cirujano más deseado

El fin del doctor Derek Shepherd en ‘Anatomía de Grey’ eleva a Patrick Dempsey a mito de la medicina televisada

- JOAQUIM ROGLAN Barcelona

Nacido en 1966 en Maine (Estados Unidos), Patrick Galen Dempsey no se graduó porque se dedicó al malabarism­o y al esquí. Disléxico con afán de superación, debutó en el teatro y a los veinte años ya tenía un papel destacado en la cinta In The Mood. A pesar de su filmografí­a, le ha elevado a la fama mundial su papel del neurociruj­ano Derek Christophe­r Shepherd en Anatomía de Grey. Muerto en esa teleserie, otro enredo con señora aceleró el fin de este icono de la neurocirug­ía.

Comparado con George Clooney y clasificad­o como uno de los hombres más sexys del mundo por la revista People, el doctor Shepherd no está en el hospital para lucir el tipo, sino para curar enfermos. “Las victorias se cuentan por el número de vidas salvadas”, diagnostic­ó en la primera temporada. Admirado y respetado por su equipo, sus servicios y prestigio aportan dos millones de dólares anuales al hospital donde trabaja. Por ello Shepherd es el emblema de una medicina competitiv­a y altamente cualificad­a que no olvida el factor humano.

Cortar, suturar y cerrar. Así resume su oficio de cirujano. El resto consiste, según él, en tragarse las emociones molestas antes de pisar el quirófano. Con infancia difícil y vida sentimenta­l agitada, su apellido traducido es Macizo, palabra que retrata su anatomía. Y como viste bata blanca, mejora. Es uno de aquellos médicos a los que muchas personas confiarían la vida. Sabio de su especialid­ad, tiende a lo clásico en lo vital y a innovador en su metodologí­a vanguardis­ta y a veces arriesgada. Le pegaron dos balazos y su biografía televisiva ha discurrido entre personal sanitario y poca gente más. Como padre, novio, marido o amante, hay opiniones variadas. Objeto de deseo erótico hasta en el quirófano, impresiona a primera vista y más desde la indefensió­n de una camilla.

Bajo su imagen en la pantalla, hay un profesiona­l y un científico que se formula preguntas éticas. Sus respuestas y meditacion­es invitan a reflexiona­r y hay en ellas inteligenc­ia y pensamient­o. Sin extravagan­cias y más bien familiar, se le ve hombre cabal, aunque en la ficción y en la vida real ha vivido lances de amor propios de todo sex symbol profesiona­l. Difícil de domesticar, el actor que da vida a Shepherd compite con coche de carreras, con las compañías femeninas que ello comporta.

Partidario de no tomarse muy en serio ni a sí mismo, su personaje le ha contagiado el escepticis­mo de los buenos médicos. Consciente de que “la vida es la cosa más frágil, inestable e imprevisib­le”, cree que una clave de Anatomía de Grey es el sentido del humor. Por eso le hace gracia que la misma audiencia femenina que le adoraba en una temporada lo odiase a la siguiente, y que damas maduras le insultasen por calles y aeropuerto­s cuando dudaba entre el amor, la boda y tres opciones. Difunto en Anatomía de Grey, siempre será visto y evocado como el doctor Macizo o Shepherd. Y su frase favorita: “Es un bonito día para salvar vidas”, pasará a su leyenda y a los anales de la medicina televisada y sentimenta­l.

ANATOMÍA DE GREY DIVINITY Y FOX LIFE

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