Cannes, la revolución de los tacones altos
Emily Blunt azuza la polémica contra el código de etiqueta
Villeneuve añadió: “Y nosotros, sin embargo, iremos con tacones”, acompañado en la distancia por las bromas de Benicio del Toro, que se contoneaba como si ya estuviera encaramado a unos Manolos.
Es la guerra de los tacones (altos) que ha estallado en Cannes. Un pulso, por el lado femenino o feminista, o simplemente por el lado de quien encuentra agobiante el duro código del festival para sus galas, donde el esmoquin para ellos y el traje de noche para ellas sigue siendo obligatorio.
Un codigo llevado al extremo la otra noche, según cuenta Screen, cuando se negó la entrada a un grupo de mujeres de unos cincuenta años por no llevar los consabidos zapatos de tacón.
¿Exigir tacón de aguja? ¿Es necesario? ¿No es una exageración? Al parecer, sí. La exageración es el lío que se ha montado. Thierry Frémaux, el jefe de todo esto, el patrón del festival, se apresuró a decir: “El rumor que afirma que Cannes exige tacones altos a todas las mujeres es infundado”.
Pero la guerra, la guerra por los tacones en la alfombra roja, ha estallado y el final es incierto. Aunque es de suponer que las únicas bajas del enfrentamiento serán al final los fashion victims.
En Sicario se habla de otras víctimas, mucho más dolorosas y sangrientas. Arranca el filme de Villeneuve con una escena de puro terror. Aunque el terror sea más bien intuido que visto. El descubrimiento de decenas de víctimas de la gue- rra entre carteles mexicanos, víctimas en suelo americano. Eso lleva a la idealista Kate, del FBI (Blunt), a unirse a un comando en lucha contra el cartel que entra y sale de México y utiliza métodos discutibles. Un equipo sin miramientos encabezado por Matt (Josh Brolin) y Alejandro (Benicio del Toro).
“Estoy seguro de que el filme plantea varias preguntas, una de las cuales es esta: ¿el fin justifica los medios? De lo que no estoy tan seguro es de que ofrezca alguna res-
Villeneuve, que dirigirá la secuela de ‘Blade runner’, presenta ‘Sicario’
puesta”, comento Villeneuve, director llamado por Ridley Scott para dirigir la inminente secuela de Blade runner, con Harrison Ford de nuevo como protagonista cazarreplicantes.
Villeneuve, director de títulos tan celebrados como Prisioneros y Enemigos, tan alabadas como discutidas, un cineasta de misterio y del imprevisto, especialista en atrapar el azar de la vida, ha realizado con Sicario un filme que aparentemente es de acción. Con persecuciones, ti- roteos y todo el despliegue habitual en estos casos. Pero se nota muy pronto que eso le importa poco, que se queda en algo epidérmico.
Sicario encuentra su interés y su razón de ser muy pronto en la poesía oscura que rodea a las víctimas. O mejor, en quienes les sobreviven. Mueren unos y otros, pero Villeneuve tiene más interés por los vivos, por quienes se quedan a llorar los muertos. Sus mismos protagonistas, incluido Benicio del Toro, no dejan de ser una víctima más de la violencia desatada por el tráfico.
Otra guerra de Cannes tuvo lugar ayer, es la que se suele montar antes del inicio de algunas sesiones. Como la que ayer se organizó poco antes de la proyección de Hitchcock/Truffaut, documental sobre ambas figuras legendarias dirigido por Kent Jones, un colaborador habitual de Scorsese en sus documentales.
Cannes es un lugar extraño. Además de sus polémicas y escándalos en un vaso de agua, continúa siendo