¿ ‘Amnesia’? No; quizá nostalgia
Barbet Schroeder vuelve a rodar en la casa de Eivissa donde en 1969 filmó la legendaria ‘More’
El festival de Cannes festejó ayer la larga trayectoria de Barbet Schroeder (Teheran, 1941) con la proyección de Amnesia, su nuevo filme, que estuvo acompañada de More (1969), el primer filme de Schroeder como director. Ya tenía una larga trayectoria como productor de Truffaut, Godard y Rohmer, cuando Schroeder debuto en la dirección con More, un filme que ha pasado a la historia especialmente por su música, compuesta por Pink Floyd.
Trataba entonces un tema tan polémico todavía como lo es ahora: la adicción a la heroína. Pero más se recuerda la casa donde transcurría el drama. Una hermosa construcción de diseño tradicional de Eivissa, frente al mar. Muy de Sant Antoni.
“Rodamos More en esa casa que mi madre había comprado en 1951. Allí vivíamos sin luz, usando lámparas de petroleo y bebiendo agua de lluvia. Al final mi madre se instaló allí permanentemente”, recuerda el director, que tras su etapa francesa, realizó varias películas para Hollywood, como Mujer blanca, soltera busca... (1992) y Medidas desesperadas (1997), con Andy Garcia y Michael Keaton. El arquitecto alemán Raoul Hausmann fue la inspiración de la casa ibicenca de la madre de Schroeder. Construida en 1935, sin perder de vista las tradiciones de la zona. Junto con Hausmann, intelectuales alemanes como Benjamin y Jean Seltz se instalaron una larga temporada muy cerca de allí.
La historia de Amnesia se situa a principios de los noventa en Eivissa,
La sensación de culpa y la historia de amor no cuajan en el nuevo filme de Barbet Schroeder
cuando Amnesia era también el nombre de un famoso club. Cuenta la historia de Martha (Marthe Keller), una mujer de una cierta edad que vive en ese rincón idílico y que se niega a hablar alemán, a conducir coche alemanes o beber vino alemán. Hasta que empieza su amistad con un joven alemán, cuyo mayor sueño es ejercer de DJ precisamente en Amnesia.
Historia de olvido, pues. Y también historia de amor imposible. Dos elementos que definen el filme, directamente inspirado en la madre del director. “Yo no hablo alemán a pesar de ser la lengua de mi madre, porque mi madre se negó a hablarme en ese idioma. Pasé muchos años de mi infancia en Ginebra y otros tantos en Colombia, y nunca me habló alemán. Aunque la cultura alemana –su poesía y su música– estaba por todas partes”.
El filme tiene partes habladas en catalán, cuando la protagonista va de compras a Sant Antoni, o se encuentra con su dealer de vino, que es Fermí Reixach. Cuanta también con la presencia de Bruno Ganz, que tras haber sido Hitler, aquí encarna en buena medida a la generación de alemanes que vivieron, consintieron y finalmente sufrieron la conflagración mundial.
Amnesia no pasa de las evidentes y buenas intenciones. La parte confesional resulta acartonada. Y la historia de amor imposible, entre un joven de 25 años y una mujer mayor, con el maravilloso paisaje del Mediterráneo al fondo, no acaba de ser fluida ni creíble, y tiene escenas francamente ridículas, como el encuentro de ambos enamorados en la pista de baile del Amnesia.
Es una película bienintencionada y respetable, donde el dolor de toda una generación y, en concreto, el dolor de la misma familia de Schroeder tienen una oportunidad de expresarse. Pero adolece de una falta de articulación dramática evidente. Los buenos sentimientos nacen impostados y muertos. No es una cuestión de amnesia, no. Es un exceso de nostalgia.