La remodelación del mercado del Ninot deslumbra
El mercado deslumbra tras cinco años de obras y una inversión de 20,6 millones de euros
Un milagro cotidiano se obra en los mercados municipales. Cada día, después del incesante trasiego de la víspera, los puestos amanecen en perfecto estado de revista. Si eso es digno de elogio siempre, imagínense cuando se trata de una reinauguración de campanillas. Una obra de más de 4.000 m2 y 20,6 millones de euros de inversión, como la del mercado del Ninot, que reabrió ayer, tras cinco años y medio de espera.
Los comerciantes aguardaban para dar la tanda desde octubre del 2009, cuando se mudaron a una carpa, en la plaza Ferrer i Cajigal, junto al hospital Clínic. La eterna provisionalidad del recinto y la uniformidad de los puestos disuadió a muchos clientes y las cajas se resintieron. Los tenderos no veían llegar nunca el regreso a su edificio, uno de los más característicos de la Esquerra de l’Eixample. Ahora, hasta los más críticos dicen: “Mereció la pena”.
Nada queda de la zona de venta ambulante que se instaló aquí en 1892, cuando estas calles dependían de Les Corts, entonces un municipio independiente. Nada queda, salvo el nombre. El mercado, que comenzó siendo el del Porvenir, se rebautizó como el del Ninot en honor de la escultura de un niño, procedente de la proa de un barco desguazado en la Barceloneta. Durante años la figura, que hoy se puede contemplar en el museo de las Drassanes, adornó uno de los puestos, una taberna. Numerosas voces quieren que el niño vuelva o al menos una reproducción de la talla.
Hasta 1933 los puestos estuvieron al aire libre. La estructura que se colocó entonces es la que ahora se ha remodelado a fondo. Algunas placas metálicas en la fachada de Provença, junto a un solar pendiente de urbanizar, han causado división de opiniones. La reforma interior, por el contrario, suscita unánimes elogios. Amplitud, luminosidad, aire acondicionado, zona de carga y descarga...
No hay dos puestos iguales. Y casi todos quitan el hipo. O el hambre, porque una decena tienen zona de degustación, uno de los grandes atractivos de la jornada. En total, son 49: diez pescaderías, ocho charcuterías, siete carnicerías, siete fruterías y verdulerías, seis pollerías y hueverías, y cuatro locales de pesca salada y conservas. Los negocios, de diseño muy cuidado, tienen cámaras frigoríficas, obrador y almacén.
La oferta se complementa con un puesto de legumbres y platos preparados, un restaurante y cinco bares o cafeterías. Y, además, un Mercadona semisoterrado, un aparcamiento subterráneo de 105 plazas y, en el exterior, integrados en los soportales, 33 comercios de ropa y complementos, aunque muchos siguen en obras.
El resultado ha deslumbrado. Los vecinos y los comerciantes, que bajo la carpa experimentaron una progresiva pérdida de clientes, dan un aprobado muy alto al mercado y confían en invertir pronto la tendencia. Si la restauración no obtiene una matrícula de honor es por detalles que deben mejorarse, como los 16 pilares de vigas de hierro que flanquean un lateral y el pasillo central. No tienen protecciones acolchadas y están muy cerca de los puestos. Más de uno que se dé la vuelta distraído se llevará a casa con la compra un chichón. Algunos puestos –al frente de los cuales se
El esmerado diseño de la mayoría de puestos, todos con cámaras frigoríficas y almacén Los pilares metálicos sin protecciones junto a los negocios: peligro de caídas y chichones