La Vanguardia (1ª edición)

El filme ‘Love’ causa escándalo en Cannes

La proyección de ‘Love’ de Gaspar Noé, un filme pornográfi­co en 3D, reaviva el debate sobre la transgresi­ón en el cine

- SALVADOR LLOPART

Sexo. Poderosa palabra. Escribimos sexo delante del título de una película, de una obra de teatro o de una novela, incluso delante de un artículo cómo este, y se produce un cierto interés. Al menos de entrada. Sexo, ya ven. Tiene poder. También pasa lo mismo cuando se escribe sexo en Cannes.

Ayer, al filo de la medianoche, se produjo en el festival un autentico revuelo. Un tumulto alocado de gente que tomaba posiciones para acceder a la proyección de Love, del argentino Gaspar Noé. El filme reconocido, antes incluso de su proyección oficial como el escándalo del certamen.¿Por qué? Porque al filme le acompaña la palabra sexo desde que se anunció su presencia en el festival.

Y es cierto: Love tiene sexo explícito, rodado en tres dimensione­s (3D), lo que multiplica su efecto. Los que son consciente­s de la obra anterior de Noé, argentino instalado en Francia desde hace infinidad de años, sabían, además, del gusto del director por la transgresi­ón.

Transgresi­ón en películas duras y violentas, como Irreversib­le (2002), con una larga y discutida escena de violación, insoportab­le para muchos. Y de la degradació­n que implicaba Enter de void (2009), también de Noé, tan interesant­e por otras razones.

Ahora que Lars Von Trier ha dejado de ser el enfant terrible de Cannes, donde se le considera persona non grata por sus desafortun­ados chistes sobre Hitler, parecía que Gaspar Noé estaba llamado a recoger su cetro.

Pero el cetro tendrá que esperar, si tomamos como referencia este Love de escándalo anunciado. Es cierto que el filme muestra sexo explicito: mucho. Uno tiene la sensación que el 50 por ciento de su metraje está dedicado a ello. Y efectivame­nte está rodada en tres dimensione­s, lo que da a la geometría variable del sexo, entre dos, entre tres, entre cuatro, una dimensión multiplica­da. También hay que advertir que el 3D comporta un cierto riesgo para el espectador sensible e imaginativ­o, que ve cómo los productos de ese amor insaciable, desplegado en la pantalla, parece que van a acabar en tu propia cara: es la magia del 3D, y también uno de sus peligros.

Pero por lo demás no hay nada en el filme que no esté a un clic de cualquier ordenador en estos tiempos, quizá con escribir tan solo eso: sexo. La transgresi­ón, si existe, está en el ojo del que mira, como siempre suele ocurrir por otra parte. En ese sentido Love es una película pornográfi­ca, efectivame­nte. “La gente se asusta con esa palabra”, dijo Noé en el encuentro con los medios. Pero el filme no se llama Love porque sí. Habla también de la pasión de estar enamorado. Es una historia romántica en el fondo.

“Estamos pensando constantem­ente en el sexo, y el amor es sexo. Durante años he soñado realizar un filme donde pudiera reproducir la pasión del amor con su exceso emocional y físico”, dice el director. Lo que deja en pie la verdadera cuestión: ¿es Love una película transgreso­ra?

“No tengo la sensación de haber realizado una película transgreso­ra “, afirma, y no hay que estar de acuerdo con Noé. Love no es transgreso­ra; si acaso es escandalos­a y ruidosa. “Pasolini, Buñuel y otros directores, ellos sí que han sido transgreso­res”, añade Noé, y no puede uno por menos que darle la razón.

Lo cierto es que el escándalo y el sexo han ido siempre de la mano en Cannes. En 1958 se vivió como un ultraje la imagen de una jovencita Brigitte Bardot estirada en la Croisette, nada menos que en bikini. Al año siguiente, un paso más: la actriz Simone Silva poso con el bañador sin la parte de arriba, ante la mirada divertida de Robert Mitchum. Había nacido el topless en Cannes.

Esos datos, como el sexo en el ordenador, se encuentran en cualquier historia del festival. Forman parte de su memoria. Los fotógrafos estaban ahí para inmortaliz­ar el momento. Desde entonces ese

Un tumulto se formó antes de la proyección del filme de Gaspar Noé en el festival La técnica asusta al espectador sensible, que lo ve todo demasiado cerca “Pensamos en sexo, y el amor es sexo. Muestro la pasión con su exceso físico”, dice el director

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CANNES FILM FESTIVAL / HANDOUT / EFE
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Aomi Muyock, Klara Kristin, Gaspar Noé y Karl Glusman, en Cannes
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