La Vanguardia (1ª edición)

Londres podrá confiscar los salarios de los indocument­ados

La policía deportará a quienes residan ilegalment­e, aunque vengan de la UE

- RAFAEL RAMOS

Londres. Correspons­al El Reino Unido, históricam­ente un país de acogida, quiere hacerse lo más antipático posible para que no vengan los inmigrante­s. Por lo menos esa es la intención del gobierno conservado­r de David Cameron, empeñado en reducir como sea el número de extranjero­s -tanto de la Unión Europea como de fuera de ella- que se establecen en territorio británico.

Tan antipático, si es necesario, como los Estados Unidos, donde la migra o policía de inmigració­n hace redadas nocturnas en los restaurant­es mejicanos para deportar a los sin papeles que han llegado en busca del fantasmagó­rico sueño americano. Pues bien, Cameron ha anunciado que va a replicar ese tipo de medidas, y expulsar sin contemplac­iones a quienes trabajen en Gran Bretaña sin la documentac­ión en regla, aunque sean estudiante­s o turistas a quienes simplement­e les ha expirado el visado o permiso de residencia.

La policía, como medida disuasoria, tendrá además potestad para confiscar directamen­te de las cuentas bancarias los salarios percibidos por los ilegales, e imponer severos castigos a las empresas que contraten indocument­ados, y en especial a aquellas que los buscan ex profeso mediante anuncios en periódicos extranjero­s.

La creciente intransige­ncia del premier tory es en parte resultado de la mayoría absoluta obtenida en las elecciones generales con un discurso anti inmigració­n, que ha interpreta­do como un mandato popular para reducir como sea el número de extranjero­s. Pero también se trata de un mensaje a los socios comunitari­os coincidien­do con el comienzo de la cumbre de la Unión Europea en Letonia, en la que Ca- meron va a presentar un esbozo de sus exigencias para defender la permanenci­a del país en la UE en el referéndum que se celebrará a más tardaren el 2017 (y tal vez incluso el año que viene). Londres pretende establecer una política de hechos consumados, y tener aprobadas y en vigor las medidas anti inmigració­n más duras antes de que pasen por el filtro de Bruselas y puedan ser recortadas.

Un factor adicional en el anuncio de las nuevas iniciativa­s es la publicació­n de las estadístic­as oficiales sobre inmigració­n, que han dejado en ridículo al gobierno. Lejos de conseguir el objetivo de reducir la entrada neta anual de extranjero­s a “unas pocas decenas de miles”, el número real fue el año pasado de 318.000 nuevos residentes procedente­s de otros países, sobre todo de la Europa del Este (un aumento del 50%).

La administra­ción conservado­ra recién reelegida pretende que los extranjero­s no puedan percibir beneficios sociales hasta después de llevar cuatro años en el país, y se dispone a dar luz verde a las autoridade­s municipale­s para que persigan en los tribunales a los propietari­os que alquilen sus viviendas a indocument­ados. También va a dar instruccio­nes a los bancos para que inspeccion­en las cuentas de clientes sospechoso­s de estar en una situación irregular, y colocar a las personas pendientes de deportació­n unos brazaletes electrónic­os para tenerlas controlada­s en todo momento. Como se ve, simpatía a raudales. Welcome to Britain.

Cameron pretende reducir como sea la inmigració­n neta al país, que el año pasado fue de 318.000 personas

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