El PP teme el abismo
Las tensiones internas y la corrupción erosionan la hegemonía popular en Murcia
Erosión. Esta es la palabra que posiblemente mejor se ajusta para entender la posibilidad de que el PP pierda su cómoda hegemonía en Murcia. Es decir, su aplastante mayoría absoluta; la que ha disfrutado desde que en 1995 Ramón Luis Valcárcel conquistó el gobierno autónomo arrinconando en la oposición al PSRMPSOE. Se trata de la erosión propia de 20 años de gobierno, pero también de la generada por los innumerables casos de corrupción que castigan a este partido y, también, por la dura bronca interna que se abrió en la sucesión de Valcárcel.
Suficiente para que en el partido que ahora tiene de candidato a Pedro Antonio Sánchez se observe el 24-M como la fecha en la que se puede caer en el abismo. Hipótesis que también alimentan las encuestas, que pronostican una pérdida de la mayoría absoluta del PP en las elecciones auto- nómicas, la irrupción notable de Ciudadanos y Podemos, la incapacidad de los socialistas para remontar el vuelo y la duda de que IU pueda mantenerse en una asamblea que exige superar el 5% de techo electoral. La esperanza de los populares, el mal menor, es que ellos y Ciudadanos sigan teniendo más escaños que los partidos de la izquierda.
El PP logró en 1995 en la región de Murcia iniciar un periodo de dominio absoluto de las instituciones autonómicas y locales. Ciudades como Murcia o Cartagena se consolidaban también como bastiones de un partido que arrasaba en las elecciones autonómicas de 1999, 2003, 2007 y 2011 con porcentajes cercanos al 60% de los votos. Ramón Luis Valcárcel, íntimo amigo de Eduardo Zaplana (que también conquistó la Generalitat valenciana en 1995) implantaba un modelo económico y social sostenido en el sector inmobiliario, el turismo de sol y playa, y la agricultura; mientras palidecían sectores industriales clásicos del campo de Cartagena y la pequeña manufactura. La fórmula fue un éxito, hasta el estallido de la burbuja del ladrillo. Comenzaron a denunciarse decenas de casos de corrupción y centenares de políticos del PP sufrieron la imputación, el proceso o la condena.
La corrupción, al igual que ha sucedido en el PP valenciano, ha dinamitado la cohesión interna de los populares murcianos. El mejor ejemplo es el proceso de sucesión de Ramón Luis Valcárcel. Inicialmente, Pedro Antonio Sánchez era la persona elegida para sustituirle, pero su imputación por corrupción obligó a variar la elección en beneficio del actual presidente Alberto Garre. Dentro del PP murciano la división en favor de uno o el otro se agudizó cuando Génova optó por poner de candidato para estas elecciones autonómicas a Sánchez, una vez que había superado su condición de imputado. Garre, bía apostado fuerte; y no son pocas la voces de prestigio que exigen un cambio de modelo económico para evitar el empobrecimiento de la región. Mientras, Ciudadanos y Podemos quieren protagonizar un cambio de ciclo en el que los socialistas ansían capitanearlo. No será fácil, ya que el PSRM-PSOE anda tan aletargado como hace 20 años. Mientras, los nuevos competidores pueden decidir la próxima legislatura.