Lo que vale una vida
Cuánto vale una vida? Depende del cuerpo en que esté instalada. Las 72 vidas que se perdieron hace poco en el incendio de una fábrica de calzado en Manila eran valiosas para su familia pero no valían nada para los poderosos. Por un salario irrisorio trabajaban en talleres sin salidas de emergencia, y allí murieron, sin más. Accidentes de este cariz ocurren a menudo en los aplaudidos países asiáticos en desarrollo. Los mismos que se niegan a acoger a los emigrantes que van a la deriva en sus aguas territoriales. Cuerpos de miseria sin valor y países miserables.
La desarrollada Europa tampoco es ejemplo de equidad, también aquí se distingue entre unas y otras vidas, entre la potestad de unos y la nulidad de otros. Ante el alud de
E. SOLÉ, emigrantes que navegan por el Mediterráneo a la espera de ser socorridos, la UE se las ingenia para sobrellevar la situación. Se proponen cuotas para acoger a los refugiados, pero los países implicados no se ponen de acuerdo. En lo único en que coinciden es en organizar una misión militar contra los traficantes.
Las armas siempre a punto. Sin examen de conciencia sobre cómo en Libia se ha llegado al caos actual, cómo la invasión de Iraq basada en una mentira ha conducido a las masacres actuales, cómo los subsaharianos son tan infortunados. Sin reconocer cómo las enormes injusticias presentes en Occidente repercuten en sus ciudadanos y más allá.
Es alucinante que el cómputo de las grandes fortunas españolas alcance los 4.400 millones de euros y que acogiéndose a las sicav sólo tributen un 1%. Al poder económico/financiero le tiene sin cuidado una sustracción de impuestos que al empobrecer los servicios públicos perjudica a miles de vidas, a las que no da valor. En cuanto al poder político, se guardará de desmontar las sicav, ya que en tal caso los ricos invertirían en otros países europeos donde también existen. Por lo demás, calculemos cuán válidos serían estos millones –superfluos para sus dueños a partir de una cierta cantidad– si se invirtieran en proporcionar una vida valiosa a los emigrantes que llaman a la puerta.
Occidente y el resto del mundo son un antro de injusticias que dañan en mayor o menor grado a las vidas subordinadas. ¿Revolución, transformación, reforma? Algo habrá que hacer, por amor al prójimo o para evitar que el egoísmo explote en las propias manos.