La Vanguardia (1ª edición)

En tren o a caballo

-

El miércoles por la mañana sentí una gran felicidad –del tipo de la que tiene un culé cuando el equipo gana un título– al leer en la página 3 del Vivir de este diario el siguiente titular: “Renfe se compromete a mejorar su puntualida­d”. La entradilla de la informació­n todavía me emocionó más, hasta el punto de que me atraganté con el cortado que me estaba tomando: “La compañía reconoce que Rodalies tiene un problema y dice que quiere recuperar la confianza ciudadana”. ¡Aleluya, aleluya, aleluya! Los cielos se me abrieron y escuché música angelical. Renfe ha reconocido, finalmente, que tiene un problema, se ha hecho el milagro. Salí de mi cuerpo y contemplé la escena desde el techo. El camarero del bar –preocupado– se ofreció para llamar a un médico cuando vio que, de tan inesperado gozo, servidor parecía a punto de sufrir un infarto.

No era para menos. Además, Pablo Vázquez, la buena persona que preside Renfe, hizo estas declaracio­nes en uno de los lugares más distinguid­os de Barcelona, el Círculo Ecuestre, en el transcurso de un almuerzo. Calla, pensé, esto debe de ir de veras porque el señor Vázquez lo hace saber ante muchos de los patricios más reputados y a ellos no se les miente, que son figuras con dinero e influencia. Esta

La felicidad es siempre efímera y ayer mismo el caos se apoderó de la red de Rodalies y regionales

gente manda, y eso lo sabe cualquier empleado del Estado, faltaría más. Al ver la foto del máximo responsabl­e ferroviari­o con Borja García-Nieto, presidente del Ecuestre, mi corazón se inundó de una tranquilid­ad cósmica. En los próximos dos años –Vázquez dixit– Renfe invertirá 118 millones de euros en Rodalies.

Hay que decir que, a pesar de mi entusiasmo desbordant­e por estas sensaciona­les noticias, tuve un momento de seria duda, por dos motivos. Primero, y según la crónica de Raúl Montilla, el presidente de Renfe eludió las preguntas sobre la necesidad de mejorar las infraestru­cturas en Catalunya, porque –repitió– ese es un problema de Adif. Y segundo: aunque he hecho un esfuerzo titánico de memoria no he conseguido recordar –yo tomo el tren cada día– a ningún prócer del Círculo Ecuestre en un vagón de Rodalies yendo o viniendo de su despacho. Obviamente, podría ser que los señores del Ecuestre tomaran el tren en horas que no son precisamen­te las mías, claro.

Pero la felicidad es siempre efímera y ayer mismo el caos se apoderó de la red de Rodalies y regionales de casi toda Catalunya, situación que afectó a unas 80.000 personas, una experienci­a que el señor García-Nieto debería vivir un día para complement­ar la teoría con la práctica.

Ahora, siguiendo la moda, tocaría acabar el artículo bromeando sobre las monjas en política, pero prefiero a otro profesiona­l de esta ancestral mezcla: que el ministro del Interior (en compañía o no del conseller Santi Vila) ruegue por nosotros, pecadores y maltratado­s usuarios.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain