Una campaña con desenlace incierto
Los candidatos apuran las últimas horas para captar a los votantes indecisos
La campaña para las elecciones municipales quizás haya servido para sacar de dudas a una parte de los más de 300.000 indecisos que, según sostenían algunos analistas políticos basándose en los resultados de las encuestas publicadas, podrían quedar hace un par de semanas en Barcelona. Pero lo que no parecen haber conseguido estos quince días de petición expresa del voto es resolver la incógnita –la mayor planteada jamás en unos comicios locales– de quién obtendrá pasado mañana un triunfo que, casi con toda seguridad, será exiguo pero, por lo menos, suficiente para convertir al primer candidato de la lista más votada en el próximo alcalde o alcaldesa de Barcelona. Y es que, como apuntaba ayer La Vanguardia a partir de las impresiones recogidas en todos los equipos de campaña, difícilmente se cerrarán pactos de gobierno antes de la investidura del alcalde, prevista para el 13 de junio.
En las últimas horas, el candidato de CiU, Xavier Trias, ha tomado como banderín de enganche de su campaña el mensaje de que un gobierno municipal presidido por Ada Colau podría poner en peligro la reactivación económica de la ciudad. Por su parte, la candidata de Barcelona en Comú se ha abonado en la recta final a ese discurso basado en la denuncia generalizada del sistema, en este caso de la administración local, que tantos réditos políticos parece haberle reportado desde que inició la carrera hacia la alcaldía de Barcelona.
En medio de esa aparente bipolarización –que en ningún caso reflejan las encuestas– el resto de candidatos se esfuerza en trazar terceras vías que no llegan a converger. Es el caso del socialista Jaume Collboni, que ha dado la impresión de haberse crecido du- rante esta campaña y en el que incluso muchos convergentes –ante la dificultad de que un pacto nacionalista con ERC acabe acercándose a la suma de 21 concejales que marcan la mayoría en el Consistorio– confían con la esperanza puesta en un futuro acuerdo que garantice la continuidad de un modelo que, con las lógicas modificaciones y el sello personal de unos y otros se ha mantenido vigente en Barcelona desde las primeras elecciones, en 1979.
También el popular Alberto Fernández, que carga con el lastre del mal momento que vive su partido, ha tirado por el camino del medio, en este caso entre el “independentismo” de Trias y la “revolución” de Colau. El candidato de CiU ya ha advertido que descarta gobernar con el PP –no lo ha hecho, en cambio, con PSC y ERC– pero Fernández aspira a que los sondeos se equivoquen estrepitosamente, a que aflore el eterno voto oculto al PP que tantas alegrías le ha dado en anteriores elecciones y a que, como ha sucedido en el último mandato (gracias a su apoyo se desbloquearon muchas de las grandes inversiones previstas), su forma-
Estos 15 días no han conseguido resolver la incógnita de quién obtendrá el triunfo