“Guardad algo para el funeral”
David Letterman se despide de su show nocturno tras 33 años ante las cámaras
FRANCESC PEIRÓN
Nueva York
Un periodista de prestigio en Estados Unidos, Charlie Rose, lo proclamó ayer por la mañana ante las cámaras: “Hoy empieza una nueva era en la televisión, una sin David Letterman”.
Hacía pocas horas que el país había asistido, miércoles 20 de mayo del 2015, a uno de esos momentos que configuran la peque- ña historia. Tras 33 años de “hacer la noche” –en dos cadenas– y de 6.028 shows con 19.932 huéspedes, Letterman, de 68, se despidió mirando al público, el de su domicilio laboral del Ed Sullivan Theater de Manhattan y el congregado en los hogares:
–Esta es la única cosa que he dejado para completar mi último momento en un programa de televisión: gracias y buenas noches.
Así se cerró una de las páginas más gloriosas en el mundo catódico estadounidense. Que se iba uno de los grandes se vislumbró en el arranque presidencial, vía vídeo. A partir de una imagen de archivo de Gerald Ford y su sentencia “nuestra larga pesadilla nacional ha terminado”, frase que pronunció en 1974 al suceder a Richard Nixon por el Watergate, tres de los cuatro expresidente vivos –los dos Bush y Bill Clinton, sólo faltó Jimmy Carter– la repitieron. Remató el presidente en activo, Barack Obama, quien añadió una muletilla a lo de la pesadilla: “Letterman se retira”.
Algo hay. Por el sofá de este anfitrión pasaron muchos mandata- rios y no se cortó al plantear sus entrometidas preguntas.
“Muchos invitados, líderes mundiales en particular, estuvieron aquí y no volverán”, dijo en una ocasión Tony Blair, el ex primer ministro británico.
El homenajeado se guarda una carta. No ha desvelado qué será de él. Ante la presión por saber su futuro, utilizó el asunto para ironizar en su monólogo. “Espero ser la nueva cara de la Cienciología”. Luego apuntó otra opción, al sugerir que él y su amigo Paul Shaffer, el pianista al frente de la banda del espectáculo, “debutaremos en el Caesars Palace, con nuestros tigres blancos”.
Ese fue el tono. En su despedida buscó que predominara la diversión sobre la lágrima. Letterman llegó a este punto final, y se ha convertido en un innovador del género y referente obligado paras las siguientes generaciones, por una frustración en sus inicios televisivos. Empezó en un programa de mañanas en la NBC, en 1980. Le duró poco, por ser demasiado rompedor para esa hora.
En 1982 le dieron otra oportu-