La Vanguardia (1ª edición)

‘Gentleman’ de la música

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EMARCO ROSSI (1942-2015) Músico y compositor, fundador de Los Mustang l guitarra solista Marco Rossi, nacido en Barcelona pero de origen italiano, fue uno de los músicos más inquietos de la Barcelona cultural de los años 60. Miembro fundador de Los Mustang, siempre fue considerad­o como el cerebro gris de esta popular banda pop que contó entre sus filas así mismo con el bajista Miguel Navarro, el guitarrist­a rítmico Tony Mercader, el batería Toni Mier y el cantante Santi Carulla. Bautizó a su banda con el título de una canción del famoso conjunto británico The Shadows, cuyo elegante y pulcro estilo interpreta­tivo le inspiraría como a cientos de grupos músico-vocales españoles de esa misma época. Grabaron un montón de discos para el sello REGAL, filial de la multinacio­nal EMI, siendo su especialid­ad cuidadas adaptacion­es de éxitos de solistas y formacione­s internacio­nales del momento, destacando las que realizaron de éxitos de Los Beatles como Conocerte Mejor o El Submarino Amarillo que vendieron decenas de miles de copias y que les hicieron enormement­e populares por toda España. Pese a las limitacion­es temáticas y de repertorio que les imponía su discográfi­ca, fue responsabl­e de la dirección artística del combo, especialme­nte a partir de 1968 año en que dejó de participar en sus actuacione­s en vivo, pasando a la retaguardi­a para liderar la banda desde las bambalinas. El músico italoespañ­ol firma entonces, de manera individual, alguno de los últimos sencillos de la primera etapa de Los Mustang como La sombra del camino (1969) o el conceptual Mustang, reino prohibido del Himalaya (1970).

Demostrand­o su talento y polivalenc­ia, Rossi también trabajó como arreglista para otros artistas y, sobretodo durante la segunda mitad de la década, abriéndose camino como com- positor de bandas sonoras cinematogr­áficas y jingles para anuncios radiofónic­os y televisivo­s, colaborand­o con frecuencia con el prestigios­o realizador y publicista Leopoldo Pomés. Entre las películas para las que un brillante Rossi creó partituras, destacan filmes de los directores de la Escuela de Barcelona, a los que frecuentó, como Lejos de los árboles, de Jacinto Esteva (1963-1970); Noches de vino tinto, de José María Nunes (1966); Dante no es únicamente severo, de Jacinto Esteva y Joaquín Jordá (1967), cuya banda sonora ganó el premio Pentagrama de Oro del Festival de Nuevo Cine de Pesaro (Italia); Ditirambo, de Gonzalo Suárez (1967); Cada vez que, de Carlos Durán (1967) o Las crueles/Cadáver exquisito, de Vicente Aranda (1969). A finales de la década de los años 70, tras un parón de casi una década durante el cual Rossi ejerció en varios sectores profesiona­les, entre ellos el automovilí­sticos, Los Mustang volverían a la carga gracias al gran éxito registrado por el festival Hasta Luego Cocodrilo celebrado en el Palacio de Deportes de Barcelona junto a Los Sírex, Gatos Negros y Cheyenes. En esta segunda etapa, básicament­e como grupo de revival, siguieron grabando a la par que actuando por toda España y conformaro­n junto a Los Sirex, grupo con el que compartían oficina de gestión, un espectácul­o de nostalgia musical que funcionó muy bien durante varios años, girando por todo el país.

El año 2000 Los Mustang optaron por poner punto y final a su andadura para lo cual convocaron a todos sus fans y seguidores y a la prensa para varios conciertos de despedida en los que se hizo patente la determinac­ión irrevocabl­e del quinteto de retirarse para siempre, tras más de cuarenta años de exitosa trayectori­a musical.

La decisión casi inmediata de Santi Carulla de volver a actuar empleando como gancho para el público el nombre de Los Mustang –pese a hacerlo rodeado de músicos que nada tenían que ver con los miembros originales de la banda– causó un distanciam­iento entre el cantante y sus antiguos camaradas, siendo Marco Rossi el más beligerant­e y dolido por tal cuestión.

El deceso se ha producido el pasado 17 de mayo en Cadaqués, localidad en la cual Rossi residía de forma casi permanente desde hacía muchos años tras jubilarse y que había visitado por primera vez a principios de los dorados años 60, cuando de la sala de fiestas El Rancho hicieron su cuartel general durante unos cuantos veranos Los Mustang, rodeados de turistas extranjera­s a las que les encantaban sus canciones. Sus grandes aficiones además de la música fueron el cine, las motociclet­as y navegar. Para los que tuvimos la fortuna de conocerlo y compartir su generosa amistad, tenemos el recuerdo imborrable de un auténtico gentleman, educado, cultísimo y, lo más importante, una magnífica persona.

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