Emma compone un ‘allegro vivace’
‘La Vanguardia’ pone en contacto a un aficionado a la clásica de 14 años con la mujer que quería regalarle 200 discos
Esta es una historia para recuperar el optimismo. Una mezcla de sensibilidad y compañerismo entre desconocidos con grandes dosis de suspense y un final made in Hollywood. Su protagonista es un chico de catorce años, Marc, que semanas atrás acudió a la Fira del Disc para canjear un vale de quince euros que ganó en un concurso de matemáticas por algunos vinilos de música clásica. Esta breve descripción del chico apareció en un artículo de este diario sobre la feria, que fue leído por Emma C., una lectora de mediana edad con una gran colección de discos y un deseo: el de donar este legado a alguien que ame la música como la amó su padre, fallecido tres años atrás.
Marc no dio su apellido ni ningún otro dato. Emma C. contactó con el correo participación@lavanguardia.com ofreciendo su colección si este diario localizaba al muchacho. La Vanguardia publicó una información ( Una colección de vinilos para Marc) en la que Emma explicaba que sería entrañable encontrar al aficionado y donarle los más de 200 vinilos que le dejó su padre. En esta colección hay obras de Beethoven, Haydn, Schumann, Chopin, Chaikovski y Johan Sebastian Bach. “No veo destino mejor que un joven que siente la música como él y que tiene toda la vida para disfrutarla”, señalaba Emma.
Pocos días después del mensa- je de Emma, Marc (Marc Ciruela), conmovido por la noticia como si se tratara de una investigación policial, se dio a conocer dispuesto a recibir su regalo con las manos bien abiertas.
Esta semana, La Vanguardia propició el encuentro: a las seis de la tarde del lunes, el joven Marc entraba en casa de Emma acompañado de su padre. Entre el estado de shock de la situación y con cierta timidez, se le dibujaba una sonrisa de plena satisfacción. “Realmente no sé qué decir. Estoy muy, muy contento“, decía Marc, mientras sus manos cogían un disco de Haydn como si fuera un tesoro.
Sobre la mesa del comedor, Emma dejó 5 pilas de vinilos y una pequeña cajita con unos discos más pequeños. En total unos 200 discos, la mayoría de música clásica. “Aquí está toda la música de mi padre”, decía Emma a Marc. “Encontrarás piezas muy desconocidas, pero que tienen un gran valor” . Marc, a quien su padre califica de un chico muy ma- duro para su edad y muy buen estudiante, comenta que estos días estaban todos especialmente ilusionados. “Supimos la noticia por el abuelo de Marc, que leyó el diario y enseguida nos llamó”. Marc añade: “Es una de aquellas noticias curiosas que puedes leer pero que cuando te toca a ti nunca sabes cómo reaccionar”.
Sobre esta pasión por la música clásica, el joven señala que a veces, su abuela, al saber que a su nieto le interesa este género musical, le regala algún vinilo clásico para su colección, pero que es una afición que ha ido descubriendo él solo . “Normalmente la escucho para relajarme y para estudiar”, y su padre añade que, de sus tres hijos, Marc es el único con esta inclinación musical, aunque nunca ha tocado ningún instrumento ni ha hecho música como actividad extraescolar.
Emma agradece profundamente que este recuerdo de su padre
La coleccionista agradece que este recuerdo de su padre se lo lleve alguien como Marc
se lo lleve alguien como Marc, alguien que realmente ama la música y que lo sepa valorar. En el momento de la fotografía, Emma prefiere no salir y recalca en todo momento que “Marc es el verdadero protagonista de la historia”.
El emotivo encuentro concluye con una divertida imagen: Marcos, el padre de Marc, el compañero de Emma y el equipo de La Vanguardia, salen a la calle cargados de vinilos, que cargan en el coche de la familia Ciruela.
En la escena final, Marc está en el desván de su casa con su padre. Es de noche y las montañas de vinilos cubren el suelo. Mientras ordenan los discos suenan los Conciertos para violín en La Menor y en Mi Mayor de Bach interpretados por David Oistrak. Marc sonríe.