Blatter se juega hoy la reelección al frente de la FIFA
El presidente del organismo se presenta ahora como azote de la corrupción
Las 161 páginas de la acusación de Estados Unidos contra la FIFA, el gobierno del fútbol mundial, recogen casos de corrupción que se remontan a 1991. Un largo trecho.
“Hicieron estas prácticas (como aceptar sobornos para conceder a Sudáfrica el Mundial del 2010) una y otra vez, años tras año, torneo tras torneo”, afirmó Loretta Lynch, la fiscal general o ministra de justicia del gobierno de Barack Obama, en la rueda de prensa del miércoles en Brooklyn. Ella en persona se desplazó a Nueva York para explicar la causa abierta contra los 14 implicados, nueve miembros de la FIFA y cinco empresarios.
A la vista, como dijo Lynch, de que esta circunstancia “rampante, sistémica y enraizada” venía de tan lejos, un periodista puso el dedo precisamente en las agendas. Sugirió si había una sincronización entre los siete arrestos de altos directivos realizados en Zurich esa misma mañana y la celebración de la asamblea de la FIFA de hoy, donde se elige al presi- dente. “Resolvemos los casos cuando tenemos las pruebas y no consideramos los calendarios”, replicó Lynch.
Esta coincidencia ha provocado, sin embargo, que el seísmo sea estructural. Nada más ejecutarse en Zurich las peticiones de Washington, Suiza anunció que investiga si hubo chantajes en la concesión de los Mundiales de Rusia 2018 y Qatar 2022.
Joseph Blatter se dejó ver sin, al parecer, afectarle los movimientos telúricos. Apareció para presentarse limpio de todo pecado, descartar su marcha y postularse para su reelección hoy por quinta vez al frente de la FIFA, ahora como el gran valedor de la operación de limpieza interna.
“No hay sitio para la corrup- ción de ningún tipo”, señaló Blatter, de 79 años, desde 1998 al frente del gobierno futbolístico, al inaugurar la asamblea anual.
“Estarán de acuerdo conmigo –prosiguió– en que son tiempos difíciles, sin precedentes para la FIFA. Los hechos (del miércoles) han dejado una larga sombra sobre el fútbol y este congreso. Las acciones individuales demandan cambios. No podemos dejar que la reputación de la FIFA se restregue en el lodazal”.
Pero la vía de agua ya se ha abierto. La propia Lynch, entonces acusadora pública en Nueva York, inició el expediente en el 2011. Lo sustentó en el testimonio del arrepentido Chuck Blazer, estadounidense exsecretario general de la Concacaf y la FIFA. A Blazer, descrito como un vividor amante del lujo, le ofrecieron un
Putin arremetió contra Estados Unidos y le acusó de entrometerse “en otros estados”
buen trato judicial si colaboraba.
A partir de su confesión se ha montado el caso que ha provocado un despertar y una división. Numerosas voces, entre ellas las de Michel Platini, presidente de la UEFA, han pedido la marcha de Blatter, pese a que no se le menciona en estas pesquisas. Patrocinadores como Visa, Adidas o Coca-Cola amenazan con retirarse si no hay una limpieza.
Pero el directivo cuenta con apoyos. Diversas confederaciones le han asegurado el voto. Uno de sus partidarios es el presidente ruso Vladimir Putin, que acusa a Estados Unidos de intromisión. “Este es otro intento flagrante de extender su jurisdicción a otros estados”, dijo Putin. Cree que sólo busca impedir la reelección.
Blatter se defendió. “Soy responsable de buscar la forma de arreglar las cosas, pero no de las malas acciones de los que corrompen el fútbol”. Y añadió: “Sé que hay quien me culpa, pero no podemos, no puedo, controlar a todo el mundo”. Prometió ayudar en las investigaciones y pronosticó que vienen tiempos difíciles.
Acabó a lo predicador, urgiendo cambios para ganar en ética. “Nos gusta este juego no por la codicia, sino por el amor a él”. Reclamó solidaridad, unidad y paz. Oído esto, a un comentarista de ESPN se les escapó un sarcasmo: “Blatter es un apóstol”.
Los grandes patrocinadores de los torneos amenazan con retirar sus colaboraciones