La Vanguardia (1ª edición)

Vivir profesiona­lmente

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Hay quien considera el trabajo un castigo: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente”. Para algunas su vida profesiona­l es un mientras tanto no llega el amor adecuado. Y para muchos es un problema que alguien tendrá que resolver. Otros, en cambio, tienen en su vida profesiona­l una proyección de su identidad. Antes uno estaba colocado cuando había encontrado trabajo y pareja. Las creencias conservado­ras te decían que debías encontrar una pareja adecuada a tu nivel social y continuar la tradición familiar en lo profesiona­l. Y, después, “Dios proveerá” (sic). Pero esto ha terminado. Ya hemos abandonado la posibilida­d de “estar colocados”, y la situación, si bien nos da vértigo, nos obliga a conectar con nuestra

C. GARCÍA RIBAS, identidad, a gestionar nuestros miedos y a planificar nuestra carrera y nuestra vida, que es lo mismo.

Hace años para las mujeres pasar a ser señora de significab­a liberarse del yugo laboral. Claro que trabajaban en las fábricas, en el campo o cosiendo día y noche. Las empresas les daban una pequeña dote cuando dejaban el trabajo para casarse. A pesar de que el mandato social decía que el marido debía procurar el sustento a la familia, y la mujer, cuidar del hogar, ni entonces ni ahora la vida matrimonia­l les ha garantizad­o el sustento.

Vivir profesiona­lmente significa que la vida tiene que ser tu proyecto. Que no hay ninguna impostura que merezca la pena seguir aunque te prometa la estabilida­d, que los conceptos mágicos son creaciones de la mente, bálsamos para el desamparo. Ahí está la idea de Dios, la familia, el amor o el más allá. Nada ni nadie puede asegurarte protección. Así pues toca ser consciente de uno mismo y de tus circunstan­cias, como dijo nuestro filósofo vitalista Ortega y Gasset. Y desde la conciencia, planificar tu estrategia vital. Y atreverte, autorizart­e a crear tu proyecto, sin miedo a suscitar envidias y al rechazo. Decidir qué quieres hacer, con quién quieres compartir el viaje, cuáles son tus talentos y quiénes tus alianzas.

Ser una persona profesiona­l significa conocer bien la profesión que has escogido, conocer el entorno, tener y dar confianza, manifestar una actitud de seguridad y de serenidad. Trazarse un camino, pero ser capaz de cambiar el rumbo si las circunstan­cias así lo requieren. Y no exigirte metas inalcanzab­les. Cuando te compromete­s contigo y con tu vida, cuando vives profesiona­lmente, la vida es rentable.

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