Los secretos de Fidel
JUAN REINALDO SÁNCHEZ (1949–2015) Cubano experto en seguridad y exescolta de Fidel Castro
Nació en la edad de oro de Cuba, que recordaba por sus ritmos: la rumba, el mambo y el chachachá. Así explicaba sus orígenes Juan Reinaldo Sánchez, un chico del modesto barrio de La Lisa, situado al Oeste de La Habana, que con diez años vivió la revolución en la isla. Ese chaval creció y convirtió su pasión por las armas de fuego y las artes marciales en una prometedora carrera como agente de seguridad. Llegó a las esferas más altas del régimen castrista, donde trabajo 26 años, 17 de ellos como guardaespaldas personal de Fidel Castro.
Cayó en desgracia en 1994, cuando al pedir la jubilación le condenaron a dos años de prisión. Falleció a los 66 años, debido a una infección pulmonar, el pasado lunes 25 en su casa de Miami, ciudad a la que logró escapar tras varios intentos fallidos en el 2008. El antiguo teniente coronel y escolta personal del líder de la revolución cubana desgranó su experiencia en La vida oculta de Fidel Castro (2014). “Describe a Fidel como un hombre fuera de lo común, culto e inteligente. Su intención nunca fue la de denunciar al régimen sino explicar sus increíbles vivencias”, explica Axel Gyldén, periodista del semanario francés L’Express y coautor del libro.
La obra, un repaso a los secretos más íntimos del gran líder socialista, empieza descubriendo el paraíso secreto de la familia Castro, el islote de Cayo Piedra. “En las fotos de satélite se pueden ver todos los detalles de la mansión que cuenta en el libro”, asegura el periodista, que añade que su relato siempre fue consistente y contrastada. “Juan era un tipo simpático, inteligente y articulado, un hombre de principios”.
“Yo diría que Fidel tenía una doble vida, así lo veía yo. Tenía una imagen pública de persona sencilla y modesta, hasta afable, pero en su vida privada era muy diferente”, explicaba Reinaldo, decepcionado por la doble moral de su comandante. El exescolta apuntó durante años todos los movimientos del líder en las libretas grises, prueba de su carácter obsesivo y caprichoso. Entre otros, sus menús diarios, las citas con las amantes y detalles tan in- significantes como la pesca del día a bordo de su yate, el Aquarama II.
“Estaba ciego”, confesó el autor durante su visita a España el año pasado. Primero le veía como a un dios y más tarde justificó sus lujos “por lo mucho que se había sacrificado por Cuba”. Todo cambió en 1988, cuando le escuchó negociar partidas de narcotráfico como si fuera un mafioso. Se sintió traicionado.
Cuando pidió la jubilación se topó con dos años de cárcel por insubordinación y tardó una década en reunirse con su familia en Estados Unidos. “Nunca tuvo miedo y, siendo experto en seguridad, siempre hizo autogestión de su protección”, dice Gyldén sobre las posibles represalias del régimen.
En el libro se describen anécdotas de todo tipo, desde el uso de su kaláshnikov en la cama hasta la existencia de una fábrica de quesos particular en su isla secreta, pasando por visitas ilustres a la isla como las de Gabriel García Márquez. “Nadie había compartido hasta ahora una mirada tan íntima y psicológica de Fidel Castro”, concluye Gyldén. Fueron 17 años deseando dar la vida por un comunista que vive como un capitalista.