Nadal carbura en su tierra
El balear se impone con autoridad a Almagro en un día de sorpresas
Es un día plomizo. La primavera parece haber involucionado a invierno, con el cielo encapotado y el frío colándose hasta los huesos. Un manto gris cubre la Philippe Chatrier, una central acostumbrada a días aciagos en los que hasta un Rafael Nadal inspirado podría apagarse. No esta vez. Nico Almagro pega derechazos a un lado y otro de la pista mientras el nueve veces campeón recupera uno a uno todos los misiles del murciano, que acaba desesperado. “Te lo curras y... ¿para qué?”, se lamenta desquiciado el ahora 154.º del mundo, el mismo que hace 13 meses apeaba del Godó a un Nadal por redescubrirse. Aunque sigue lejos del nivel que él mismo desearía para conquistar la décima Copa de los Mosqueteros, este Nadal ya carbura. De menos a más, el de Manacor va cogiendo el tono.
“Esta pista me da siempre buenas energías”, chapurrea en francés tras el partido, satisfecho. La grada enloquece con el intento de Nadal, que ha sabido gestionar momentos de presión en su servicio. Son 6 de 7 bolas de break las que salva, en juegos largos, disputados con un Almagro que se acerca a la orilla pero no la alcanza. “En los momentos importan- tes ha estado muy bien. A la que tuvo la primera, la aprovechó. Cuando juegas en esta superficie con él hay que hacerlo muy al límite e incluso más allá”, explicaba el derrotado.
El defensor del título analizó con honestidad su estado actual. “Soy autocrítico, pero tampoco quiero ser más pesimista de la cuenta. Las cosas van a mejor, la dinámica es positiva y la línea de progresión va hacia arriba”, reflexionaba tranquilo Nadal. El mallorquín se libró de un potencial maratón, como también lo hizo un Djokovic que dio el susto ante Gilles Muller. Con el partido en el bolsillo (iba dos sets a cero y break en la tercera manga), el serbio hizo un mal gesto y pidió asistencia del fisioterapeuta. Al final todo quedó en anécdota de una jornada plagada de épicos duelos llevados a la manga decisiva.
Pablo Andújar dio la sorpresa al eliminar a Kohlschreiber, que le llevaba un break de ventaja en el quinto set. El valenciano, finalista este año en el Godó, cayó de rodillas tras tres horas y media divididas en dos días. Casi cuatro horas necesitó Schiavone para deshacerse de Kuznetsova en un choque sensacional. La italiana resumió así la batalla: “Cuando luchas por algo, ves la montaña. Luchas, luchas y luchas. Sólo necesitas un metro más. Alcanzar la cima es sólo un metro más. Y cuando la alcanzas sientes esa felicidad y orgullo incomparables”. París es tenis y poesía.
“Las cosas van a mejor, la dinámica es positiva y la línea de progresión va hacia arriba”