La Vanguardia (1ª edición)

Robar a mil ladrones

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Falciani no es ningún justiciero que roba a los ricos para devolvérse­lo a los pobres. Falciani nació y creció en Mónaco, donde la banca se confunde con el casino y el respetable deja de serlo cuando pierde en la ruleta; y quiso montarse un negociete vendiendo a terceros las listas de evasores fiscales y blanqueado­res de dinero en su banco, el HSBC. Pero, al final, los únicos dispuestos a pagarle eran los estados. Y los contribuye­ntes hoy nos alegramos mucho de que le pagaran. Ahora vive con escolta, pero más que un fugitivo del hampa me parece un príncipe monegasco, glamuroso, motivado y feliz. Mucho más que la mayoría de los sufridos empleados de banca que conozco. juicios, la administra­ción tributaria y, mientras esperaba la decisión sobre mi extradició­n, la cárcel. Son sitios donde la gente suele estarse media vida, pero yo estaba solo de paso. Y en la cárcel me encontraba con narcotrafi­cantes de los que venían al banco a colocar su dinero...

Son facetas de un mismo negocio.

Aretha Franklin decía que en Harlem se encontraba con un narco y sabía que lo era por sus ropas, sus coches y sus chicas, pero que en Wall Street se lo volvía a encontrar y lo reconocía solo por la cara, porque, en lo demás, era igualito a los demás financiero­s.

¿Qué piensa de usted y su fuga su padre el bancario? ¿Y su madre?

Mis padres están sobre todo sorprendid­os. Yo diría que aún atónitos. Desde que empecé esta nueva vida no dejan de estarlo.

¿Y su mujer y su hijo?

No hablo de ellos.

Entiendo... no diga nada. ¿Pasa miedo?

No sufra por mí. Yo no lo estoy pasando mal. Pongo mi vida en manos de otros, eso es todo, pero tengo muchos amigos: una red.

Yo no sufro: le veo estupendam­ente.

Mi vida está llena de alicientes y ahora empiezo una etapa creativa con mi libro, y el documental, además de mi investigac­ión en matemática aplicada y mi colaboraci­ón con las administra­ciones tributaria­s y la justicia.

¿Es más divertido que ser empleado de banca toda su vida?

Muchísimo más. Y además es la libertad, aunque lleve guardaespa­ldas.

¿Ni un instante de arrepentim­iento?

¿Usted cree que me arrepiento?

Yo le veo bien, pero supongo que habrá pagado un precio... ¿Demasiado alto?

Cuando te dispones a pagar un precio muy alto antes te aseguras de que lo que vas a obtener a cambio valga la pena. Yo me aseguré.

¿Tuvo miedo de que España concediera su extradició­n a Suiza, como pedía su banco, por revelación de secreto bancario?

No, porque estaba bien asesorado y convencido de que aquí el delito es justo el contrario: en España es un delito que la banca guarde el secreto a evasores fiscales y narcotrafi­cantes. La justicia española rechazó la petición, porque este sí es un país serio.

...pero más pobre que Suiza.

En realidad, España debería pedir la extradició­n a Suiza de algunos banqueros suizos que amparan a delincuent­es fiscales y ladrones españoles. Y algunos banqueros suizos deberían ser detenidos cuando pisan España por haber colaborado con delincuent­es. Por lo menos, esos banqueros deberían estar acongojado­s cuando vienen. Ellos sí deberían pasar miedo.

Veo que le gusta nuestro país.

Cada vez me gusta más, porque España está haciendo mucho y bien contra el fraude fiscal y la corrupción que esconde su dinero fuera y pronto todos los ciudadanos empezarán a ver los frutos de exigir honradez.

LLUÍS AMIGUET

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