Periodismo independiente
Qué es la independencia periodística? No pregunto por la objetividad porque ese concepto es tan rimbombante como absurdo. Todo periodista es subjetivo, lo cual no significa que sea poco fiable. Al contrario, lo que se debe exigir es una subjetividad profesional, la que aúna la propia mirada con la voluntad de explicar los hechos con precisión. Ocurre algo parecido con la idea de la independencia, porque nadie es del todo independiente, ni en el periodismo ni en ninguna otra profesión. Pero aceptando esa parte inevitable de dependencia, queda un vasto territorio para poder hablar sin ninguna otra cortapisa que la propia opinión.
Dicho en personal, no aspiro a la absoluta independencia de criterio, porque ello sólo se debe conseguir en Marte, pero he conquistado el estatus de poder decir lo que pienso en voz alta, más allá de la crítica o del aplauso. Y esa dosis de incorrección intelectual –la que puede prescindir de la opinión ajena– me resulta un raro privilegio. Sin embargo, incluso cuando ejercemos esa opinión libre, sólo parece independiente en función de a quién o
Si defiendes a la progresía, eres independiente; si defiendes a Mas, te vendes al oro de la Generalitat
qué se defienda. Y pongo ejemplos. En esta Catalunya sublevada y a la vez timorata, sólo se considera independiente quien se carga al Govern, y, a la par, aplaude a cualquier formación con la palabra izquierda en la boca. Y si el aplauso es a los del altavoz y la pancarta, aún más independencia de criterio. Defiendes a la progresía, eres independiente; defiendes a Mas, eres un vendido al oro de la Generalitat. Y a partir de aquí viene una larga retahíla de adjetivos, a cual más estúpido, que uno debe sobrecargar si no cumple el catecismo del comisariado político.
Pero ¿y si resulta que la independencia de criterio es defender a quien nos da la gana, aunque no sea tan divertido como cargárselo? Y la pregunta la dirijo especialmente a mi estimado amigo Xavier Rius, que últimamente me afea mi apoyo al president Mas como si fuera justamente lo dicho, una falta de independencia de criterio. ¿Por qué? ¿Por qué alguien no puede llegar solito a la idea de que un gobernante está haciendo lo correcto? Es decir, ¿por qué da una pátina de independencia atacar a Mas, y no defenderlo? ¿Y si el ataque nace de intereses espurios o de dogmatismos políticos? Y partir de aquí se disparan las preguntas.
Personalmente lo tengo fácil: Mas no me puede ofrecer nada que me interese, lo cual me da una gran libertad para defender su posición si lo creo conveniente. Y cuando no me guste, haré lo propio. ¿Significa ello que tengo razón? Por supuesto que no. Sólo significa que reflexiono y llego a conclusiones, sean del aplauso de unos o de la crítica de otros. La independencia es exactamente eso, decir lo que uno piensa, con la dosis de riesgo que comporta la libertad. Y a veces, no se equivoquen los de la pancarta, tiene más riesgo defender a quien gobierna que a quien protesta.