La Vanguardia (1ª edición)

‘Casual day’ en el Saló de Cent

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Que las cosas han cambiado en el Ayuntamien­to es una verdad de perogrullo. El “sí, se puede” sonó ayer con mucha más fuerza, dentro y fuera de la Casa Gran, que Els segadors, que sólo algunos, muy pocos, de los asistentes a la ceremonia de entronizac­ión de Ada Colau como alcaldesa cantaron a pulmón en el Saló de Cent. El ritual se mantiene, aunque ayer muchos de los nuevos concejales se despojaron de la banda que les acredita como re- presentant­es de los barcelones­es, a pesar de que apenas se vieron trajes y corbatas y de que la mayoría de los asistentes, haciendo caso de la orden dada por la nueva alcaldesa a sus escoltas, se tomaron este sábado histórico como un casual day cualquiera y lucieron prendas informales, mucha camiseta, pantalón sport y vestidos veraniegos que permitían la contemplac­ión de los más llamativos tatuajes. Lo nunca visto en el kilómetro cero de Barcelona.

En el histórico salón medieval hubo baile de sillas respecto a lo que hasta ayer mandaba la tradición. La mayoría de los representa­ntes de los poderes econó- micos y de las institucio­nes ciudadanas dedicaron la tarde a otras cosas, y los pocos que tuvieron la curiosidad de asistir al acto fueron relegados a las últimas filas. En cambio, el nuevo protocolo reservó lugares preferente­s a entidades como Sos Racisme, la Fundació Arrels, la Plataforma Barcelona 0-3, la PAH (por supuesto) y el comité de huelga de los trabajador­es del Movistar.

También, a diferencia de lo que sucedió en las investidur­as de Jordi Hereu o Xavier Trias, la sesión constituti­va del nuevo consejo plenario no fue un desfile de consellers y altos cargos de la Generalita­t, representa­da ayer casi en exclusiva por la vicepresid­enta Joana Ortega. Se nota que, como sucedía en los largos años del pujolismo, en ambos lados de Sant Jaume vuelven a mandar partidos opuestos.

La distribuci­ón de las autoridade­s unió a extrañas parejas. Codo con codo, la cabeza de lista de la CUP, María José Lecha, con el teniente general Ricardo Álvarez-Espejo. En el otro lado, separados por apenas un metro, el líder del PP, Alberto Fernández, junto a Lluís Franco Rabell, presidente de la Federació d’Associacio­ns de Veïns de Barcelona, convertida en los últimos meses en una de las principale­s fuerzas de choque y propulsora­s de Ada Colau en su salto hacia la alcaldía. Y en el primer banco, Adrià Alemany, el compañero de la alcaldesa, recibiendo la muy barcelones­a felicitaci­ón –en esta ciudad aún se guardan las formas– con la esposa de Xavier Trias, Puri Arraut.

En un Saló de Cent tan lleno como cada cuatro años, ni rastro

Dentro y fuera del Saló de Cent el “sí, se puede” sonó esta vez mucho más fuerte que ‘Els segadors’ La escasa presencia de representa­ntes de los sectores económicos fue un rasgo diferencia­l de la sesión

de la delegada del Gobierno, María de los Llanos de Luna, que el viernes había excusado su ausencia, y una presencia discretísi­ma de los representa­ntes de las diferentes confesione­s religiosas (el arzobispo tampoco asistió), todas al mismo nivel, y ocupando una de las filas traseras. Por lo demás, ni artistas ni gentes de la farándula, excepción hecha del concejal Juanjo Puigcorbé, el mejor luciendo la banda roja. La novedad estaba en la guardería del patio de carruajes y, sobre todo, en la plaza, donde se vivieron escenas de vítores al equipo de casa (BComú) y de abucheo a los rivales (todos los demás, presentes y citados) como no se veían en el foro barcelonés desde que un búlgaro hizo botar a todo un president en el balcón de Palau. Que esa cesión de poder a la calle –en realidad, a una parte de ella– acabe derivando en hooliganis­mo político es una de las muchas pruebas que la alcaldesa deberá vencer en su complicada tarea de gobernar para 1,6 millones de barcelones­es, tal y como prometió ayer al aceptar el cargo.

Tras darse otro baño de masas al gusto –si tiene efectos terapéutic­os, no cabe duda que la alcaldesa gozará de una excelente salud–, Colau comenzó a disfrutar de los privilegio­s de su nueva condición. En el despacho que hasta ayer era de Trias, firmó sus primeros decretos y ratificó a los componente­s de las estructura política y gerencial con las que iniciará mandato.

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