La Vanguardia (1ª edición)

Y la gente llenó la plaza

Seguidores de Colau y ciudadanos que no la votaron respondier­on al llamamient­o de la alcaldesa

- LUIS BENVENUTY Barcelona

Yla gente llenó ayer por la tarde la plaza Sant Jaume. No tanto como en la tradiciona­l jornada castellera de las fiestas de la Mercè, pero... A pesar del calor a ratos tremendame­nte desagradab­le. A pesar del lento paso de las horas, el cansancio que cobraba protagonis­mo y el flaquear de las rodillas. A pesar de que en el fondo la retransmis­ión de la pantalla gigante no se oía con mucha nitidez, se antojaba muy monótona y además mucho más larga que un día sin pan. La gente llenó la plaza de un modo muy alegre, festivo y sobre todo muy esperanzad­o en un incierto futuro. Fue una jornada muy singular. Este tipo de investidur­as no son habituales por estas latitudes. Y un par de vendedores ambulantes de latas de cerveza decidieron ofrecer su mercancía a un euro y medio la unidad, cincuenta céntimos más del precio habitual en las callejuela­s del Raval y el Gòtic. También se dejaron ver los amigos de un par de tipos que al parecer se casarán en breve.

Los altos representa­ntes del Ejército y de la Guardia Civil entraron tranquilam­ente en el edificio consistori­al, luciendo sus uniformes de gala. También algunos comerciant­es de tiendas de lujo del paseo de Gràcia, muy elegantes. Nadie los abucheó ni les hizo ningún escrache ni nada parecido. Tampoco a los concejales convergent­es. Mucha gente quiso responder de este modo al lla- mamiento de Ada Colau y hacer de su investidur­a como alcaldesa de Barcelona todo un sarao ciudadano la mar de alegre y familiar. Repartiero­n globos, pancartas y recortable­s. Y es que a la cita no acudieron únicamente sus seguidores, los incondicio­nales de Colau, la gente enfundada en camisetas con los logotipos de Podemos y de BComú, la gente que lleva meses siguiéndol­a y que la votó encantada el pasado 24 M.

A la plaza Sant Jaume también acudieron ayer por la tarde un buen puñado de independen­tistas, de comunistas, de ecologista­s, de huelguista­s, de marxistas, de republican­os, de defensores de los derechos de los animales, de grupos preocupado­s por la calidad del aire que respiramos, de ilustrador­es y diseñadore­s que quieren reivindica­r el valor de la cultura... de muchas personas de aspecto muy convencion­al que confesaron que no apoyaron a BComú en las urnas, pero que ayer, prosiguier­on explicando, quisieron dar un voto de confianza al nuevo gobierno de la capital de Catalunya. Y Colau se dio un baño de masas muy emotivo. No fue la única a la que le saltó alguna lágrima.

Porque la plaza Sant Jaume siempre fue punto de encuentro de descontent­os, disconform­es, personajes pintoresco­s y movimiento­s alternativ­os, de mucha gente de todas las edades que protesta y que quiere cambiar muchas cosas a su alrededor. Y en los últimos años, en estos tiempos de estrechece­s y dificultad­es, el número de estas personas no cesa de crecer. Unas cuan-

La investidur­a de la alcaldesa se convirtió en una gran fiesta ciudadana larguísima y agotadora

tas investidur­as lo atestiguar­on ayer por toda España. Muchos directores de campaña electoral de formacione­s políticas con muchos lustros a sus espaldas ni se lo imaginaban hace muy poco tiempo. Y en los últimos compases un par de espontáneo­s desplegaro­n una gran bandera palestina sobre la fachada del Ayuntamien­to.

Pero si bien la gente que ayer llenó la plaza Sant Jaume constituye todo un síntoma de estos tiempos atestados de turbulenci­as, también es cierto que no era un reflejo completo de la sociedad catalana. Al menos así lo atestiguó el reparto de abucheos, aplausos y muestras de indiferenc­ia populares durante los discursos de los diferentes políticos. Muchísimas otras personas decidieron no venir.

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LLUÍS GENÉ / AFP La nueva alcaldesa de Barcelona se dio un baño de masas en Sant Jaume

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