La Vanguardia (1ª edición)

FELIPE VI UN AÑO DE REINADO

Don Felipe se había preparado toda la vida para ser Rey, ahora ha adaptado sus funciones a su manera de ser

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Jesús Gracia, secretario de Estado de Cooperació­n, explicaba hace unos días en El Salvador que un año antes, cuando regresaba de ese mismo país con el entonces príncipe Felipe, a punto ya de aterrizar en Madrid, este le invitó a compartir el desayuno en el avión. “Dentro de unas horas el Rey anunciará su abdicación. No quisiera que pensaras que hemos pasado estos días juntos y no te he dicho nada”. Ese es don Felipe, una persona que, a punto de vivir el momento más intenso de su vida, pensó también en los otros.

Ha sido así desde que era pequeño. Fue un príncipe discreto y quiere ser un Rey útil. Su día a día en realidad no ha cambiado desde el 19 de junio pasado. Sigue levantándo­se a la misma hora, entre 7 y 7.30; procura estar con sus hijas, Leonor y Sofía, antes de que se marchen al colegio, y entre las 8.30 y las 9 de la mañana ya está en su despacho en la Zarzuela, después de caminar el kilómetro escaso que separa su residencia familiar del complejo principal, donde se encuentran, además del edificio residencia de don Juan Carlos y doña Sofía, las dependenci­as administra­tivas y las salas de audiencias.

Tanto si hay actos oficiales fuera de la Zarzuela como si toca despacho, don Felipe empieza la jornada leyendo los informes que le preparan sobre los temas pendientes y despachand­o con el jefe de la Casa del Rey, Jaime Alfonsín. Poco más o menos lo que hacía desde 1996, cuando, a su regreso de Georgetown, se incorporó plenamente a sus funciones como príncipe de Asturias. Algunas personas que trabajan cerca de él aún estuvieron hablando de él como el Príncipe, o dirigiéndo­se a él como alteza, varias semanas después de que ya fuera Rey y tuviera el tratamient­o de majestad. Era la fuerza de costumbre y también la evidencia de que Felipe de Borbón y Grecia no cambió con el cambio. Ahora ya todos se refieren a “el Rey” y le tratan de señor, reservando el majestad para los actos más protocolar­ios e institucio­nales.

Por que si algo ha cambiado con el reinado de Felipe VI es que el protocolo se ha adaptado a los tiempos. Las reverencia­s ya han pasado a la historia, y mientras en años anteriores destacaba quien no la hacía, ahora quienes parecen fuera de lugar son los que se postran ante los Reyes. No se puede decir que don Felipe y doña Letizia hayan quitado las barreras, en realidad las han traspasado para ponerse del otro lado. En el reino de los selfies, ni don Feli- pe ni doña Letizia se sienten extraños. En su reciente viaje a Francia, donde fueron tratados como auténticos reyes, la pareja ofreció la mejor síntesis posible: solemnes como representa­ntes de España y cercanos en lo personal. Hasta el director del Gran Hotel se quedó de piedra cuando se encontró a don Felipe en uno de los pasillos preguntand­o dónde celebraba su cumpleaños Rafa Nadal, que aquel mismo día había sido apeado del Roland Garros. El bisnieto de Alfonso XIII, que vivió su primer exilio en un hotel de París, en mangas de camisa.

El Rey ha comentado recienteme­nte que este último año se le ha pasado volando. En su balance está el haber llevado a la práctica todo lo que se propuso. Lo que de él depende está hecho o en marcha, el resto correspond­e a las fuerzas políticas y a las institucio­nes. Se propuso dar ejemplo y,

Don Felipe centra su vida en su trabajo y su familia, huye de los círculos de influencia Los Reyes no han roto barreras, más bien las han traspasado para ponerse del otro lado

aunque parece un hombre que nunca se enfada, ha establecid­o una serie de líneas rojas a su alrededor. Si don Juan Carlos acabó con la corte al uso y las camarillas, don Felipe ha puesto fin a los círculos de influencia y, aunque mantiene las relaciones con sus amigos de toda la vida, no permite ni fomenta las confidenci­as. Su vida es su familia: su mujer, la reina Letizia, a quien le reconoce el papel de haberle abierto los ojos a realidades que él conocía de lejos, y sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofia, sus dos joyas. Hubiera querido tener más hijos, pero las dos cesáreas de doña Letizia y, sobre todo, el lío que se hubiera formado con el nacimiento de un niño, que Constituci­ón en mano, hubiera sido el heredero hasta la modificaci­ón de la Carta Magna, le han dejado con las ganas. Padre cariñoso e hijo atento, principalm­ente con la reina Sofía, don Felipe ha adaptado sus funciones a su manera de ser. Se mantuvo impertérri­to cuando en la final de la Copa del Rey silbaron el himno nacional. Lo pasó mal, pero nadie le oyó una queja.

 ?? CASA DEL REY ?? El móvil y el ordenador son imprescind­ibles para don Felipe
CASA DEL REY El móvil y el ordenador son imprescind­ibles para don Felipe
 ?? CASA DEL REY ?? Don Felipe, con uniforme de campaña, en Líbano
CASA DEL REY Don Felipe, con uniforme de campaña, en Líbano
 ?? CASA DEL REY ?? El Rey, con Rafa Nadal, el pasado 3 de julio, en París
CASA DEL REY El Rey, con Rafa Nadal, el pasado 3 de julio, en París
 ?? CASA DEL REY ?? Los Reyes, con sus hijas, Leonor y Sofía, en la Zarzuela
CASA DEL REY Los Reyes, con sus hijas, Leonor y Sofía, en la Zarzuela

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