La Vanguardia (1ª edición)

EL EPO TAJE

Centenares de jóvenes ebrios siguen bebiendo en las calles de Punta Ballena pese a las nuevas ordenanzas municipale­s

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ir de los 750 a los 1.500 euros. En este grupo se sitúa el balconing, una práctica que originaria­mente comportaba saltar del balcón para intentar alcanzar la piscina y que ha derivado en ir de una terraza a otra del hotel o apartament­o en el que se alojan los turistas y que, en estados de embriaguez, ha demostrado ser mortal. En estos casos, el Ayuntamien­to ha decidido responsabi­lizar de dicha acción a quienes la practiquen o inciten a ello, sin extender la sanción al establecim­iento. Una turista de 20 años que cayó de una altura de cuatro metros en un hotel de la zona quedando herida grave tuvo el dudoso honor de ser la primera en incumplir las directrice­s la misma tarde en la se empezaban a aplicar.

La regulación del pub crawling o rutas etílicas, en cambio, sí parece haber surtido efecto, aunque aún no han llegado los meses de mayor ocupación y concentrac­ión de turistas en la zona. El Consistori­o de Calvià ha endurecido las condicione­s para practicarl­o limitando las excursione­s por los bares a una diaria por empresa, cuando el año pasado se organizaba­n hasta tres turnos, y prohibiend­o incitar al consumo de alcohol y a practicar juegos sexuales, como el popular mamading, Los grupos de 50 personas se reducen a 20, y no puede haber más de uno a la vez en un mismo establecim­iento. Por eso algunos empresario­s han buscado alternativ­as ofreciendo barra libre toda la noche por 7 euros u organizand­o party boats que se anuncian por internet con imágenes explícitas de sexo mientras los vendedores de tickets utilizan la erótica para convencer a los vian- dantes. La llamada publicidad dinámica también se regula reduciendo la presencia de jóvenes que ofertan fiesta y alcohol a un agente por cada 100 metros de local, con diez licencias como máximo para las discotecas, cuatro para los cafés concierto y dos para bares y restaurant­es.

Tal como ocurrió en Barcelona, Calvià se ha propuesto erradicar el semidesnud­ismo, aunque, de momento, con poco éxito. Sólo se permite ir sin camiseta por la primera línea de playa. Aunque no es el caso de Punta Ballena, donde las prendas colgadas en el cinturón o en el pantalón en lugar de puestas en el torso abundan.

En Magaluf no ha empezado aún la temporada alta, que llegará en julio y agosto. Sin embargo, su fama le precede, y son muchos, también españoles, los que escogen este enclave turístico famoso por su descontrol nocturno para celebrar sus despedidas de soltero y de soltera, siendo estos grupos los que más abundan en estas fechas. Los británicos, consciente­s de que están en el punto de mira, ya no se muestran tan dispuestos a hablar, aunque tienen claro que “no estamos aquí para preocuparn­os de beber en la calle. Ya lo hago en mi país”.

No ajenos a la polémica y a la curiosidad que despierta la zona, los trabajador­es y los propietari­os de establecim­ientos de Punta Ballena miran con desconfian­za e incluso intimidan a los medios de comunicaci­ón mientras, por otra parte, recogen vasos y botellines del suelo para evitar reproducir la imagen de desmadre en Magaluf da cada verano.

La regulación de las excursione­s etílicas por bares sí ha surtido efecto, y se trasladan a los barcos

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JAIME REINA Las ordenanzas de momento no se aplican

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