La Vanguardia (1ª edición)

Cómo aplazar tu divorcio

El neoyorquin­o Tim Dowling compone en ‘Cómo ser marido’ un hilarante autorretra­to del matrimonio y sus vicisitude­s

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Evivir puede ser incluso peligroso”, considera el editor Jorge Herralde. “She’s very British!”, subrayaba el autor. A lo que uno de los periodista­s, de 73 años, respondió: “Pues a mí me parece bastante española. Me recuerda a un guardia civil con bigote y muy mala leche”. Y servidora, la única redactora con a final en el salón Indigo del hotel Condes de Barcelona, se hundía en la silla, porque mientras leía el libro, se veía reflejada en la señora Dowling. Esta, bas- l día que Tim Dowling logró no escribir sobre temas personales en el suplemento Weekend del Guardian, su directora le mandó un mail que decía: “¿Qué ha pasado con esa esposa tan divertida?”. Desde entonces, y eso fue en el 2007, cuenta sin tapujos cómo es su vida marital y cuáles son los trucos para aguantar una relación que empezó hace más de veinte años, cuando él dejó Nueva York y, por amor y no sin temeridad, se instaló en Londres con la que sería su mujer –y a la que entonces apenas conocía–.

“Soy graciosa”, se reía al principio, mientras leía en las columnas del periódico lo que ella misma había dicho, “tú te limitas a ponerlo por escrito”. Luego tuvieron sus trifulcas, porque literariam­ente siempre es más interesant­e el conflicto que la felicidad, pero a nadie le gusta ver publicadas las discusione­s que se tienen en casa. Entre ellos no hay sólo una guerra de sexos, también un rifirrafe alrededor de esa supremacía británica “ante la que puedes arrodillar­te o a la que quieres apedrear, según lo petulante que sientas ese día”, explicaba Dowling durante la presentaci­ón de Cómo ser marido. Publicado por Anagrama, el libro no es un tante antiyanki, lo primero que himanual de autoayuda, sino el hilazo cuando su entonces novio se rante autorretra­to de un matriinsta­ló en Londres (¡por ella!) fue monio y sus vicisitude­s. Podría tirar toda su ropa a la basura y considerar­se una suerte de resobligar­le a vestir con el estilo que puesta al exitoso Cómo ser mujer, tiene ahora, muy elegante con una de Caitlin Moran, en la misma camisa azul. Mientras hacían cola editorial. para sacarle el pasaporte estado

Si no lo dijo Michel Houllebecq, unidense a uno de sus hijos, ella le pega haberlo dicho: “Las mujeexclam­ó para que toda la embajares quieren un hombre que aún no da lo oyera: “No entiendo por qué existe, y los hombres quieren una tanta gente quiere ser de un país mujer que ya no existe”. La de donde se disparan unos a otros”. Dowling sería como una sobrinita Unos a modo autobiográ­fico, inglesa de Dorothy Parker, “muy como Karl Ove Knausgard, otros a estimulant­e, pero con quien con- través de la ficción, caso de David Nicholls, autor de Nosotros (Planeta/Empúries), varios escritores hablan sobre la relación conyugal. Y al hacerlo, todos –Dowling también–, se rinden ante ellas, les ceden el poder. ¿Es una estrategia para que no se enfaden y no ofender al público femenino? Herralde llamó a eso “hipocresía narrativa”, un concepto que le encantó a Dowling, quien reconoce que sí, que en sus textos procura ser justo con su esposa, para lo bueno y lo malo. Pero también intenta serlo consigo mismo. A la autoflagel­ación a veces, y la propia ridiculiza­ción a partir de la que puede reírse de todo, añade cierta amabilidad autocompla­ciente; es decir, sin duda su mujer diría que él no se dedica tanto a los menesteres domésticos como apunta en los artículos.

En una de las páginas del libro, ella le pregunta: “¿Quieres tener la razón o quieres tener relaciones sexuales esta noche?”. Cuando, según la aplastante lógica masculina, “en un mundo perfecto, mi mujer querría acostarse conmigo porque resulta que tengo razón”. Por lo visto, al casarte te das cuenta de que sólo hay una vida, y tiendes a fantasear con otras. Dowling se imagina a veces con un mono en una pickup quemando kilómetros; en cambio, es incapaz de imaginarse casado con otra persona. “Es ella, o el mono”, confesó en la rueda de prensa. Y añadió: “Ya veo los titulares”.

Por lo visto, si te casas tienes que renunciar a un montón de cosas. Y una de ellas es la persona con la que te casaste. Veinte años después, ninguno de los dos es el mismo. En la faja de Cómo ser marido, hay una frase del Sunday Times que parece sacada de la serie Modern family (Dowling es fan del personaje Phil Dunphy): “Lo he leído. Mi mujer lo ha leído. El divorcio se ha aplazado. Al menos de momento”. Pues eso.

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ROSER VILALLONGA Tim Dowling, esta semana en Barcelona

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