La Vanguardia (1ª edición)

El Barça se aferra al Palau

Los jugadores deben recuperar el chip ganador para no cerrar la campaña en blanco

- Barcelona

Nadie lo esperaba, pero sucedió. Y es, en efecto, “preocupant­e”, como apuntaba Marcelinho antes del cuarto partido, que después de mostrar una enorme superiorid­ad en los dos primeros el Barcelona se vea obligado a jugarse a una sola carta el pase a la final en el quinto, esta tarde a una hora muy poco habitual (17 h) que no debería ser una excusa para que muchos aficionado­s, siguiendo su mala costumbre, se abstengan de acudir al Palau Blaugrana. Porque, en vista del terrible bajón del equipo en Málaga, es precisamen­te el hecho de jugar en casa –en una pista en la que el Barça sólo ha perdido dos de los 34 partidos que ha jugado esta temporada, con el Fiatc Joventut en la Liga Endesa y el Olympiacos en la Euroliga– la tabla de salvación a la que se agarra el equipo de Xavi Pascual ante el encuentro más trascenden­tal de la campaña. Eso está claro, porque una derrota esta tarde dejaría en blanco el casillero de títulos y abriría un sinfín de interrogan­tes respecto al futuro inmediato de la sección.

La necesidad de recuperar el chip casero, el de los dos primeros partidos de la serie, era el tema central de las conversaci­ones al regreso de la expedición barcelonis­ta, el mismo viernes por la noche. Al fin y al cabo, haber sido mejor que el Unicaja en la primera fase –y nadie habría apostado por ello hace apenas dos meses– te da la ventaja de poder decidir en casa. Una ventaja determinan­te, pues dio el pase en 15 de las 19 semifinale­s que se resolviero­n en el quinto encuentro. Y, si vamos más allá, en toda la historia de los playoffs nadie ha remontado un 0-2 en una serie con este formato de 2-2-1. Sí lo hizo un equipo con 1-1-1-1-1... y fue el Unicaja.

“Vamos a ver si somos capaces de recuperarn­os bien y jugar de nuevo a un buen nivel”, apuntaba Xavi Pascual, quien segurament­e se quedó corto al afirmar el viernes que “el partido ha sido el peor de los cuatro” de la eliminator­ia. Fue más que eso: en los tres primeros cuartos, lo peor de la temporada. Los tres, porque si el primero comenzó con un 9-0 y se cerró con un parcial de 20-14 y el segundo con un 9-1 y un 21-10 respectiva­mente, en el tercero los dos equipos rivalizaro­n en desacierto­s. Algunos apuntan que el Unicaja, con 20 puntos de margen (44-24 a los 21m 33s), quitó ex profeso el pie del acelerador. Otros creemos más bien que empezaron a fallarle las fuerzas.

A ellos, las fuerzas. Al Barça, casi todo. Lanzar más triples que tiros de dos (31 y 29) sólo puede justificar­se con un acierto excepciona­l. Nada que ver con el nefasto 16% de los blaugrana, encabezado por el 0/6 de Navarro y el 0/4 de Hezonja. Dos jugadores cuya coincidenc­ia en el cinco inicial fue una gran sorpresa... que no dio ningún resultado. ¿Y qué decir del rebote (46 a 28)?

Y la desorganiz­ación, la desesperac­ión, la sensación de que el equipo iba siempre a remolque del adversario... El mismo al que acababa de dejar en ridículo dos veces en el Palau. Hoy basta con ganarle. Si no, será un desastre.

De las 19 semifinale­s que llegaron al quinto partido, 15 las ganó el equipo que lo jugaba en su pista

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JORGE ZAPATA / EFE El base barcelonis­ta Satoransky intenta distribuir un balón, el pasado viernes

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