El enólogo radical
JOSEP MARIA PUJOL-BUSQUETS I CAMPS, PROPIETARIO DE LA BODEGA ALTA ALELLA
Aveinte minutos de Barcelona, a orillas del parque de la sierra de Marina, despuntan unos viñedos que descansan en un valle. Un balcón con vistas al mar. Una finca noucentista se eleva en una colina, mientras unos conejos pasean con aire furtivo escondidos entre la maleza.
En este lugar idílico, entre Alella y Tiana, en una superficie de 17 hectáreas, nacen, desde el 2001, los vinos de Alta Alella, una bodega con una producción de 350.000 botellas al año, entre vino y cava, la mitad de ellas para la exportación. La peculiaridad es que son todos vinos ecológicos. Las uvas no reciben pesticidas, herbicidas ni tratamiento químico alguno.
La semana que viene en esta explotación vinícola se dará un paso más: se estrenará el Celler de les Aus, un espacio de unos 2.000 metros cuadrados dedicado a la producción del llamado vino natural, unos caldos definidos como “extremos” o “radicales” porque, además de ser ecológicos, no tienen sulfitos, los antisépticos autorizados para retrasar la oxidación del vino.
Así se hará realidad el sueño de Josep María Pujol-Busquets i Camps, enólogo, empresario, químico, profesor universitario y miles de otras cosas. Este badalonés de 61 años ha dedicado 40 al mundo del vino, en todas sus facetas.
A los 14 años vivía en un piso de alquiler en Badalona, en una calle que ni siquiera estaba asfaltada. Con sólo 19 años empieza a trabajar en el centro de investigación de la empresa química Cros. En aquella época, Josep Maria combinaba su empleo con los estudios universitarios. Un periodo que fue muy intenso, pero también divertido.
Antes de marcharse para hacer el servicio militar, recibe una propuesta de Jaume Serra, que necesita alguien para llevar a cabo controles analíticos. Acepta el reto, al mismo tiempo que trabaja como jardinero para cumplir sus obligaciones castrenses. Pero dura poco, porque la mencionada bodega se vende a un señor de melena rubia que toda- vía no sabe que se convertirá en ministro, Rodrigo Rato, que le ofrece quedarse.
Pero Pujol-Busquets dice que no. En lugar de embotellar, prefiere lanzarse a elaborar. Así que se incorpora a otros proyec- tos, como el de Ismael Manaut , que involucra al marqués de Alella para poner su nombre al vino homónimo y lanzar, a principios de los ochenta, la marca Parxet. Josep Maria parece haber encontrado su camino, hasta que un día recibe una llamada telefónica de un estadounidense, un head hunter. La oferta es de las que no se pueden rechazar: incorporarse a la multinacional Martini & Rossi para desarrollar como director técnico la marca del Marqués de Monistrol. ¡Y sólo tiene 29 años!
Así, entra en contacto con el gotha del Penedès. Conoce a las grandes familias del ramo, Raventós, Torres. Intima con el conde Rossi. “He aprendido que con los italianos nunca tienes que pelearte. Siempre vas a perder”, bromea. En un mundo de trajes y corbata, él sigue con su chaqueta campera. Es un hombre que quiere estar pisando el viñedo, además de la oficina.
Además de cultivar vino, cultiva sueños. ¿Qué hacer? ¿Convertirse en un gestor o emprender una aventura personal y emprendedora con el vino? Mientras baraja opciones, abre una tienda en Badalona. Y empieza a elaborar su propio vino alquilando las instalaciones de Sumarroca los fines de semana. Al final toma la decisión: abandona Martini y empieza a trabajar part-time para varias bodegas. Es un nombre muy cotizado. Se convierte en presidente del consejo regulador de la denominación de origen Penedès, apoya a los sindicatos agrarios en su batalla contra el reconocimiento de la denominación de origen. Un día, leyendo La Vanguardia, se fija en un anuncio: “Se vende finca rústica, seis hectáreas, en Alella”. No se lo piensa dos veces. Compra el terreno. Se entera de que en Australia se comercializa un vino llamado Mataró. Tras investigar, decide recuperar esta variedad de uva del Maresme. Mientras sale de Parxet, la bodega para la cual seguía trabajando, Alta Alella poco a poco coge el vuelo. El resto es historia de estos días. Hoy factura cerca de tres millones de euros.
Mientras Josep Maria contempla sus viñas, su hija Mireia está ocupada, con un inglés impecable, en una conversación telefónica con Hong-Kong. Dicen que de la buena uva suelen salir grandes vinos.
Con tan sólo 29 años, se convirtió en director técnico en Martini & Rossi; ahora apuesta por el vino ecológico