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combinaciones. A nivel estatal, cabe que, tras las próximas elecciones, alguno de los dos partidos tradicionales, el PP o el PSOE, pueda sumar apoyos de alguno de los nuevos, Ciudadanos o Podemos. Pero también cabe la gran coalición entre el PP y el PSOE, más o menos como funciona en Alemania desde hace diez años, y como hay tradición en Austria, Bélgica, Holanda y otros países.
El desafío para toda coalición es lograr la confianza de los ciudadanos en sus políticas públicas y también la confianza en las personas, la cual ha sido masacrada por la oligarquización de los partidos y el descubrimiento escandaloso de una corrupción sistémica. Las listas cerradas y bloqueadas impiden la representación personal, por lo que los criterios de selección y transparencia de los políticos tienen que negociarse en los pactos entre partidos. Sin instrumentos de control de la competencia profesional y la honradez de los cargos públicos, una coalición podría ser una gran colusión para taparse mutuamente las vergüenzas. Por lo tanto: coaliciones, sí. Pero como oportunidad para reformar el sistema electoral y abrir las listas de candidatos, aumentar los recursos y la independencia de la justicia y perseguir sistémicamente la corrupción. Sólo así España dejaría de ser diferente y empezaría a ser un país más normal.
L A C L AVE
LJordi Matas Dalmases as elecciones del 24 de mayo provocaron, como preveían las encuestas, la desaparición de las mayorías absolutas que tenía el PP en ocho comunidades autónomas, una mayor homogeneización de las fuerzas políticas representadas en las instituciones y un incremento del pluralismo parlamentario y consistorial.
De este modo se inicia en España una nueva etapa donde se tendrá que activar una política de pactos que puede traducirse en diferentes escenarios: gobiernos de coalición que sumen la mayoría absoluta, gobiernos minoritarios que formalicen un pacto de legislatura con determinados partidos y gobiernos minoritarios que basen la acción de gobierno en acuerdos esporádicos con varias fuerzas políticas. Las tres alternativas piden frenar el maniqueísmo político del bipartidismo español y adoptar los valores de la cultura del pacto predominante a buena parte de los países europeos (incluida Catalunya).
Basar la estabilidad gubernamen-
J. MATAS DALMASES,