La Vanguardia (1ª edición)

Mapfre y la cultura en Barcelona

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EN su primer discurso como alcaldesa de Barcelona, Ada Colau mencionó la cultura como uno de los futuros ejes estratégic­os de la ciudad que propone. Si estas palabras van más allá de lo que manda estrictame­nte el manual, la flamante edil se habrá llevado una alegría después del anuncio del aterrizaje de la Fundación Mapfre en Barcelona con el objetivo de convertirs­e en un “agente más” de la cultura catalana. Se trata, sin duda, de una buena noticia.

La fundación de la empresa asegurador­a, desde que se instaló con sede propia en Madrid a mediados de los ochenta y merced a unas privilegia­das relaciones con los principale­s museos del mundo, se ha convertido en un referente en el sector de las exposicion­es de arte y fotografía. Mapfre ha presentado en esos años hasta 515 exposicion­es en el mundo, que han sido visitadas por 12 millones de personas. Es decir, tiene una larga experienci­a en el sector, y ha logrado la cima con la exposición Impresioni­smo. Un nuevo Renacimien­to, que en Madrid convocó largas colas y en Brasil a más de un millón de visitantes.

Ahora llega a Barcelona con el objetivo de llenar dos vacíos en el mundo artístico barcelonés. Uno, el de la historia del arte entre 1850 y 1950, y otro, el de la fotografía artística. Para ello, ocupará la antigua sede de la Banca Garriga Nogués, en la calle Diputació, entre rambla Catalunya y Balmes, que hasta ahora albergaba la recién desapareci­da Fundación Godia. Son 700 metros cuadrados de salas que permitirán ofrecer dos exposicion­es al mismo tiempo, a las que dedicarán un presupuest­o de más de cuatro millones de euros anuales. La inauguraci­ón de la sede será el próximo 8 de octubre con una muestra, Vivir en el color. De Van Gogh a Matisse, un re- corrido desde el postimpres­ionismo a las vanguardia­s con unas 80 obras de los dos maestros citados y de Cézanne, Gauguin, Monet, Toulouse-Lautrec… Una muestra magna que, en España, sólo se verá en Barcelona.

Aunque la Fundación Mapfre no es nueva en Barcelona, puesto que ha presentado algunas exposicion­es de primer nivel, el hecho de que instale una sede permanente en la capital catalana es un activo para la oferta artística y cultural y un atractivo más para los barcelones­es y los ciudadanos que visitan la ciudad. Sus excelentes relaciones con el MNAC, fruto de las cuales son algunas exposicion­es que han viajado por el mundo para mostrar la pintura catalana, se reforzarán ahora con el proyecto de destinar un espacio de su sede para mostrar los ricos fondos artísticos depositado­s en el museo de Montjuïc. Otra excelente noticia. Es evidente que este aterrizaje barcelonés de la Fundación Mapfre constituye una magnífica opción para potenciar una actividad cultural que, especialme­nte en el sector de las exposicion­es artísticas, ha vivido unos años de vacas flacas debido a la crisis económica. Y también una muestra de que las relaciones entre lo público y lo privado, Mapfre-MNAC, pueden multiplica­r los objetivos de unos y de otros. Si, además, la entrada a las exposicion­es es gratuita, miel sobre hojuelas. Un atractivo más para Barcelona y los catalanes.

La capital catalana precisaba como el agua en tiempo de sequía una noticia de este calado que, sin duda, actuará de savia nueva para el futuro. Que al desapareci­do espacio de la Fundación Godia, fruto de una colección familiar, le suceda una propuesta de calidad y nivel internacio­nal acreditado­s ha de servir de impulso para que la oferta cultural amplíe sus horizontes y, entre todos, se camine hacia una ciudad más culta y, por tanto, libre.

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