La Vanguardia (1ª edición)

El día en que Bahamontes se fue del Tour

- XAVIER G. LUQUE

Cuando el 22 de junio de 1965 el Tour de Francia lanzaba su maquinaria en Colonia, el ídolo del ciclismo español era Federico Martín Bahamontes, también conocido como el Águila de Toledo. Era el único español que había ganado la carrera (1959) y eso lo había convertido en todo un mito. Pero Bahamontes, un escalador excepciona­l que consiguió hasta seis veces el premio de la montaña del Tour (54, 58, 59, 62, 63 y 64), era un viejo león que acababa su reinado y sólo esperaba abdicar con dignidad.

Nacido hacía casi 37 años y de nombre real Alejandro (“mi tío Federico decidió que tenía que llamarme como él, pero nací como Alejandro y tengo papeles y escrituras oficiales con los dos nombres”) el legendario Bahamontes era una figura respetada en el Tour, donde valoraban su capacidad en la montaña y disfrutaba­n con su peculiar carácter. Todavía hoy se hace difícil encontrar un libro de referencia ciclista francesa que no hable de Bahamontes sin calificarl­o de personaje “fantasque”, o sea, un lunático.

Aquel Tour de 1965, ahora se cumplen cincuenta años, ha pasado a la historia del ciclismo por varios motivos. Los más próximos a nosotros son la incomprens­ible retirada de Bahamontes y el paso de la carrera por Barcelona, en una jornada inolvidabl­e de fervor popular con la sensaciona­l victoria de José Pérez Francés en Montjuïc. Después de atacar como quien dice desde la salida en Ax-les-Thermes, recorrió más de doscientos kilómetros escapado e hizo que la gente saliera a la calle para verlo pasar. Fue un día de los que nunca se olvi-

Se cumplen 50 años de un Tour singular: pasó por Barcelona, vio el triunfo de un joven de 22 y fue el último del ‘Águila de Toledo’

dan, quien lo vivió recuerda exactament­e qué estaba haciendo y desde dónde vio pasar a Pérez Francés aquel viernes 2 de julio de 1965.

Pero quien no vivió la fiesta de Barcelona fue Bahamontes. Había abandonado justo 24 horas antes. Aquel de 1965 fue su décimo y último Tour. El miércoles 30 de junio, novena etapa, Bahamontes acabó penúltimo rozando el fuera de control en Bagnères de Bigorre, al pie del Tourmalet, su montaña, donde tantas veces había pasado el primero. Perdió casi 40 minutos con el vencedor del día, Julio Jiménez, el nuevo rey de las cumbres, el relojero de Ávila.

El cambio de reinado era evidente y pronto el cantante Álex Marco haría fortuna con un disco sencillo de la casa Belter, con una funda redonda en forma de rueda de bicicleta. En la cara a proponía que la juventud bailara el Bicycle (había que pronunciar baisical) y en la cara b lanzaba un ritmo sobre anécdotas del Tour que, en la versión española, hablaba de “la Vuelta a Francia” con rimas como “llega la montaña, vamos a ganar, otra vez España se lo ha de llevar. Pero Bahamontes se retiró, y ahora fue Jiménez el que venció...”

La retirada definitiva del Águila llegó al día siguiente del descalabro del Tourmalet, en la etapa entre Bagnères y Ax. Pero eso sí, a su manera, como lo hacen los más grandes, dejando huella. En Saint Gaudens (km. 57 de un total de 222,5), es él quien rompe la carrera y se forma un grupo de 24 escapados con el líder Gimondi incluido. Al paso por Aspet se reagrupa el pelotón y entonces Bahamontes vuelve a atacar. Todo el mundo piensa que quiere reverdecer viejas gestas. De repente, se confunde en una calle de Aspet y cuando vuelve a la ruta correcta ya no va por delante, sino por detrás del grupo. Empieza entonces la ascensión al Portet d’Aspet (km. 85) y por Radio Tour se anuncia el abandono de Bahamontes. Es el fin. “Esta vez es de verdad. Ya no volveré nunca más al Tour. Me he dado cuenta de que ya soy demasiado grande para esta carrera tan dura”, declarará en L’Équipe. “A Bahamontes no lo han batido ni sus adversario­s, ni sus enemigos, ni siquiera las montañas. Lo ha vencido este gran enemigo que es la edad”, escribirá uno de los enviados especiales del Mundo Deporti

vo, Carlos Pardo. Y Enric Canto, en este diario, comentará: “Este inesperado contratiem­po afecta y mucho a los aficionado­s españoles que esperaban y confiaban poder aplaudir al ciclista de Toledo a su paso por Barcelona... ha sido un impacto demasiado fuerte”. Bahamontes, el que se detenía en las cumbres para degustar un helado mientras esperaba a los rivales, al que en Francia trataron siempre de lunático, ponía pie a tierra en el Tour. De eso hace ya 50 años.

En la misma etapa ataca dos veces y después se baja de la bici y abandona, a un día de Barcelona “Pero Bahamontes se retiró y ahora fue Jiménez el que venció”, cantaba un éxito de los sesenta

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AFP Bahamontes, con la bicicleta y la maleta en un andén de una estación desértica de Francia: la retirada
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