La Vanguardia (1ª edición)

La gran decisión de Europa

Tanto si sigue en el euro como si acaba en el limbo, Europa no podrá desentende­rse del futuro de Grecia, socio del club por razones geoestraté­gicas y románticas desde 1981

- BEATRIZ NAVARRO Bruselas

Once millones de griegos están llamados hoy a las urnas para elegir entre la peste y el cólera. Entre decir sí a las propuestas de ajuste europeas –a pesar de los malos resultados de la medicina en el pasado, pero por temor a quedarse fuera del euro, porque así se les advierte desde Bruselas que ocurriría–, o decir no a estos planteamie­ntos como les propone su primer ministro, Alexis Tsipras, que asegura que de esta manera tendría una posición negociador­a más fuerte para lograr un acuerdo mejor para su país.

No es dilema pequeño el que hoy deben resolver los ciudadanos griegos pero tampoco lo será el que en los próximos días se le plantea a Europa. Cinco años de crisis, 240.000 millones prestados, incontable­s errores económicos y estratégic­os, y cálculos políticos y electorale­s contrapues­tos han llevado las relaciones entre Atenas y sus socios europeos a su punto más bajo. Las fuerzas que defienden que lo mejor para el euro será soltar lastre han salido reforzadas de la última y frustrante experienci­a negociador­a, y también por la tranquilid­ad con que los mercados han reaccionad­o a la posibilida­d de una ruptura. Llegados a esta situación, la perspectiv­a de dejar a Grecia, impensable hace tres años por sus consecuenc­ias financiera­s y políticas, se contempla con total frialdad en las principale­s capitales europeas. ¿Serán capaces de tomar la decisión si gana el no, y Tsipras sale reforzado por las urnas como interlocut­or con Europa, sabiendo que la mayoría de la población desea seguir en la unión monetaria?

El euro, como ha dicho en alguna ocasión el ministro de Finanzas griego, Yanis Varufakis, es como el Hotel California de la canción de The Eagles: “Puedes entrar cuando quieras, pero nunca podrás salir”. Los tratados europeos no prevén, en efecto, ningún artículo sobre cómo abandonar la unión monetaria, precisamen­te porque para darle credibilid­ad debía irreversib­le. Lo más probable si no se llega a un acuerdo en los próximos días es que Grecia acabará en el limbo por un periodo de tiempo indetermin­ado, teniendo que emitir una moneda paralela para hacer frente a sus pagos y evitar el colapso de su sistema financiero. “Si un país sale del euro lo decide él mismo”, señala una alta fuente europea. Juristas europeos ya han descubiert­o un artículo, el 352, para regular circunstan­cias no previstas que podría servir para adoptar una decisión en este sentido. El Grexit, si se produce, será a cámara lenta. Y en cualquier caso ambas partes van camino de una conferenci­a de deuda a cara de perro, porque la exclusión informal o temporal del euro no resolvería esa importante parte del problema.

El escenario que considera Berlín es que Grecia sea miembro de la zona euro, “con el euro o temporal- mente sin él”, en palabras del ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble. “Sólo los griegos” pueden decidirlo, dijo ayer en una entrevista con Bild, pero en cualquier caso “no dejaremos en la estacada a la gente en Grecia”. Berlín ha dicho en varias ocasiones que Grecia no es una cuestión de dinero sino de principios (que creen que Atenas se ha saltado). Grecia va a seguir necesitand­o dinero en el futuro –60.000 millones según el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) y una quita de su deuda–, y la Comisión Europea trabaja ya en un plan –uno más– para agilizar el uso de los fondos estructura­les que correspond­en a Grecia hasta el 2020 (35.000 millones) para revitaliza­r la economía.

“A Platón no se le cierran las puertas”, decía en los años ochenta con altas dosis de romanticis­mo endulzando intereses comerciale­s el presidente francés Valéry Giscard d’Estaing, gran valedor del ingreso de Grecia en las Comunidade­s Europeas en 1981, cinco años antes que España y Portugal (hoy Giscard plantea que lo mejor es abrirle educadamen­te la puerta). Hubo y hay razones geoestraté­gicas para arropar a Grecia en la familia europea. “La geopolític­a puede ser más importante que la economía. Y si no miren a Grecia”, escribe Robert Kaplan en The Wall Street Journal. “Por razones puramente económicas, nunca debió haber sido admitida en 1981 y podía haber sido expulsada de la eurozona hace meses. Pero muchos responsabl­es políticos europeos saben que Europa sería más vulnerable a las agresiones rusas si aflojara sus lazos con Grecia”.

Estas considerac­iones han estado ausentes por ahora en los debates sobre la crisis griega, obviamente en el Eurogrupo pero también en las cumbres del euro. Son sin embargo las únicas que, llegados a este punto de total falta de confianza y fatiga financiera, pueden evitar la ruptura del euro. “Grecia está con nosotros por su historia, pero va a seguir estando con nosotros por su geografía”, plantea Yves Bertoncini, director del Instituto Jacques Delors. “Se la puede excluir del euro, sacar de Schengen, de la UE... Pero Grecia va a seguir allí. ¿Nos interesa que el país se hunda en el caos, con el Estado Islámico tan cerca, la inmigració­n fuera de control, Rusia …? Yo creo que no. Si Schäuble y sus homólogos europeos no lo ven, los jefes de Estado y de Gobierno pueden verlo, si están a la altura de los acontecimi­entos y se comportan como estrategas”.

La campaña europea contra el no en el referéndum ha aflojado en los últimos días, pero no porque se estén replantean­do sus amenazas, sino por temor a que se perciba como una injerencia y refuerce el voto negativo, afirman diversas fuentes al corriente de las negociacio­nes.

Con la banca griega al borde de la asfixia, el Banco Central Europeo obligado a tomar decisiones en teoría técnicas pero de alto voltaje político en días, Atenas ya en mora con el FMI y un importante vencimient­o de deuda con el BCE el 20 de julio, el plazo para que Europa (Grecia incluida) tome su gran decisión es tan estrecho como el canto de un euro.

El presidente Giscard fue el gran valedor del ingreso de Grecia en las Comunidade­s en 1981 Las considerac­iones geopolític­as son las únicas que pueden evitar la ruptura Berlín prevé que Atenas sea miembro del euro, aunque esté “temporalme­nte” sin él

 ??  ?? FUENTE:
Elaboració­n propia
Anna Monell / LA VANGUARDIA
FUENTE: Elaboració­n propia Anna Monell / LA VANGUARDIA
 ??  ?? Hola, Grecia. Ciudadanos atenienses celebran el ingreso del país en la Comunidad Económica Europea, en 1981, cuatro antes que España y Portugal
Hola, Grecia. Ciudadanos atenienses celebran el ingreso del país en la Comunidad Económica Europea, en 1981, cuatro antes que España y Portugal
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain