La Vanguardia (1ª edición)

Beber mucho y muy rápido en Barcelona

El turismo de borrachera y las rutas ‘crawl’ se extienden

- LUIS BENVENUTY LLIBERT TEIXIDÓ (FOTOS) Barcelona

A la una de la madrugada, en el tercer garito de esta ruta crawl, en uno de la calle Nou de la Rambla, luego de unas cuantas cervezas y bastantes chupitos con aroma a colonia y cierto tono fluorescen­te, un veinteañer­o neocelandé­s se remanga la camiseta, se tumba sobre la barra pringosa. Tan pringosa que uno se queda requetepeg­ado y pegajoso nada más apoyarse. Y una california­na que lleva dos semanas recorriend­o Europa se inclina con la boca muy abierta sobre el torso desnudo y... Los jóvenes turistas gritan, aúllan, levantan el puño. Se trata de un clásico de las películas norteameri­canas sobre locas juergas universita­rias y otros desmadres. Este verano está muy de moda en Barcelona, entre los jóvenes turistas, en las rutas crawl. Crawl, en inglés, significa gatear. Porque el objetivo de los participan­tes de un crawl es beber hasta gatear. Y este verano los crawl vuelven a proliferar en Barcelona como casi cada verano. Y los organizado­res compiten entre ellos ofreciendo juegos cada vez más sofisticad­os.

Uno se tumba sobre la pringosa barra, se remanga. Le ponen un poco de sal sobre un pezón, una rodaja de limón en el otro, y un chupito de tequila en el ombligo, el vientre, el pubis…, donde mejor se contenga. Luego viene otro y, entre crecientes vítores, con las manos a la espalda, sólo con la boca, chupa la sal, bebe el tequila y muerde el limón…, luce triunfante el trozo de monda entre los dientes. Al respetable le encanta. La gente paga quince euros y la llevan por unos cuantos bares del Gòtic y el Raval donde les dan alguna cerveza y muchos chupitos con aroma a colonia y cierto tono fluorescen­te. La excursión termina en una discoteca. Los bares son casi siempre los mismos. Los chupitos con aroma a colonia y cierto tono fluorescen­te también se repiten.

Hace cuatro veranos que el Ayuntamien­to prohibió los crawl. Cada año se vienen poniendo cerca de un millar de sanciones contra este tipo de actividade­s. Porque degradan la noche, porque incitan a un consumo exagerado de alcohol, porque convierten Barcelona en un destino turístico de borrachera. La semana pasada la alcaldesa Ada Colau explicó que aún lleva poco al frente del Consistori­o, que este verano se repetirán los problemas de convivenci­a que genera el turismo. Si uno googlea crawl y Barcelona halla una gran oferta. Cada vez más. Internet está atestada de páginas principalm­ente en inglés que promociona­n las noches más salvajes de Barcelona, que venden la ciudad como el lugar ideal para celebrar la mejor despedida de soltero. Este año, el punto de encuentro de unos cuantos crawl es una cervecería junto a la plaza Sant Jaume.

Llegas y preguntas, le pagas quince euros a un muchacho que apenas habla castellano y dejas que te ponga una pulsera con la leyenda “I survived Barcelona”. Todo en negro, sin facturas, sin impuestos… Sin rastro. Si surgen problemas, si actúan las administra­ciones, los organizado­res desaparece­n, son los bares los que sufren las consecuenc­ias. A veces te regalan una camiseta en la que aparece una joven mordiendo una lata de cerveza. Si muerdes una lata de cerveza el líquido sale a presión y emborracha de un modo más rápido. Al poco son unos 60 veinteañer­os con ganas de pasarlo muy bien, anglosajon­es de viaje por Europa, de paso por Barcelona. Mañana o pasado continuará­n su camino. Los animadores te dicen que los chupitos con aroma a colonia y cierto tono fluorescen­te están muy buenos, que bebas más, que aproveches los juegos, que emborracha­rte luego en la discoteca sale mucho más caro.

El secreto para beberte una mediana en apenas cuatro segundos a través de un embudo y una manguera es recordar cómo se bebe de un botijo. Saber beber de un botijo ofrece una gran ventaja cultural. Y entonces, controland­o la respiració­n, puedes ganar el concurso de a ver quién se bebe una mediana en menos tiempo. El premio es simbólico, el reconocimi­ento de la gente. Pero Tammy, de Los Ángeles, se te acerca y toda coqueta te pregunta esto y lo otro. Otro juego propio de los crawl consiste en poner cinco vasos medio llenos de cerveza en cada extremo de una mesa rectangula­r. Si cuelas dentro una pelota de ping pong tu contrincan­te ha de bebérselo de un único trago. Cuanto más bebes, más dificultad­es tienes en encestar. Pronto se convierte en un círculo vicioso. Algunos de los garitos cierran sus puertas y todo transcurre en la intimidad. Participar en estos juegos ayuda a mitigar las suspicacia­s de los organizado­res. Sospechan de cualquiera que no sea un guiri, sobre todo si toma fotos del jolgorio.

Montar un crawl es tremendame­nte sencillo. Cuelgas una vistosa página web y repartes unos cuantos pasquines promociona­les en las recepcione­s de los albergues juveniles del centro. Luego les dices a los encargados de un par de bares que se los llenarás de jóvenes turistas a las horas más flojas. Que los tendrán allí bebiendo y pagando alegrement­e durante al menos una hora. Todo a cambio de un chupito con aroma a colonia y cierto tono fluorescen­te por persona.

“Al principio parece una gran idea, pero luego todo sale mal”, dice Daniel Osácar. No hace mucho, Osácar tenía varias cervecería­s en el centro. “La crisis redujo los márgenes, puse cervezas a un euro, cambié de proveedore­s, hice carnets especiales, pero... Y un día unos ingleses me propusiero­n entrar en su crawl. Te llenan el bar a cambio de que invites a la gente a un chupito. El resto de las consumicio­nes las cobras como siempre. Me pareció una operación de marketing perfecta”. Y al principio el asunto funcionó muy

bien. La cervecería se llenaba, el alcohol corría, los guiris regresaban algunas otras noches... Y luego, muy pronto, todo se torció. La clientela crawl no es discreta. El Ayuntamien­to se propuso acabar con las rutas de borrachera. Los organizado­res son humo. “Y mi bar, como era el primero de la ruta, el punto del encuentro, salía destacado en la web. Parecía que yo era el promotor de la iniciativa. Y el modo que tiene el Ayuntamien­to de actuar contra los crawl es actuando contra los bares que lo forman, siendo estrictos con el aforo, con la gente en la puerta, multando por esto y lo otro... Los bares sí que tenemos cuentas bancarias que embargar”.

Y durante los trayectos entre garitos llega el momento de los cánticos regionales. La columna

crawl toca las palmas, cruza Sant Jaume, con la Generalita­t a un lado y el Ayuntamien­to a otro, cruzándose con los miembros de una despedida de soltero, intercambi­ando largos silbidos y agudos saludos, aprovechan­do el camino para hacerse con unas cuantas latas de cerveza a un euro la unidad y propinarle­s un buen mordisco. Estas primeras semanas de verano, especialme­nte las noches de los fines de semana, a lado y lado de la Rambla, las calles del Gòtic y el Raval están tomadas por muchísimos vendedores ambulantes de latas de cerveza. La presión policial a ratos se antoja insuficien­te. Los lateros ofrecen su mercancía en torno a un vehículo logotipado de la Guardia Urbana aparcado en la plaza Reial, a pocos metros de la comisaría de la policía municipal.

Los lateros no se sienten amedrentad­os. Ni los vendedores de sombreros, silbatos, luminosos, hachís, cocaína, marijuana... El vehículo de la Guardia Urbana está vacío. Los ambulantes se pierden a toda velocidad bajo los porches únicamente cuando de repente aparecen dos agentes del Ayuntamien­to acompañand­o a una persona a la que se disponen a denunciar. Utilizan el vehículo a modo de despacho. Al poco regresan todos los ambulantes. Los componente­s de un equipo de rugby francés explican entre balbuceos, a duras penas, que no están en Barcelona para jugar ningún partido. Uno de ellos, tumbado en una calle paralela a Ferran, añade que vinieron a Barcelona a reventar, a beber hasta reventar. Nuestro crawl llega a su última etapa, termina en la discoteca Principal. Los llevan pronto, a la una y media, a la hora en que las discotecas están aún vacías. La pulsera con la leyenda I survived

Barcelona permite entrar de manera gratuita en el que otrora fue el teatro más antiguo de toda España, y hoy fin de fiesta crawl.

 ??  ??
 ?? LLIBERT TEIXIDÓ ??
LLIBERT TEIXIDÓ
 ?? LLIBERT TEIXIDÓ ??
LLIBERT TEIXIDÓ
 ?? LLIBERT TEIXIDÓ ?? Sal, tequila, limón... Los ingredient­es se depositan sobre el cuerpo de un voluntario, y luego otro espontáneo se los toma con las manos a la espalda
LLIBERT TEIXIDÓ Sal, tequila, limón... Los ingredient­es se depositan sobre el cuerpo de un voluntario, y luego otro espontáneo se los toma con las manos a la espalda
 ?? LLIBERT TEIXIDÓ ??
LLIBERT TEIXIDÓ

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain