La Vanguardia (1ª edición)

La mirada de las viudas

Las mujeres de los hombres caídos en la guerra Irán-Iraq o en la revuelta verde del 2009 dan su visión sobre un posible pacto nuclear

- CATALINA GÓMEZ ÁNGEL Teherán. Servicio especial

Han difíciles.sido años Todos muy fueron a la guerra con el corazón e inspirados por la religión, pero no salieron vivos”, cuenta Marzieh Jebeli bajo el chador negro que la cubre por completo. Es una tarde de Ramadán a 40 grados. Esta mujer de 54 años ha venido a visitar a su padre en la mezquita de Chizar, al norte de Teherán, donde reposan más de 600 mártires de la “guerra impuesta” que comenzó tras el ataque ordenado por Sadam Husein, pocos meses después de la victoria de la Revolución Islámica. Mashala Jebeli es uno de los cientos de miles que murieron en los 8 años de guerra IránIraq. En la intimidad de su apartament­o al oeste de Teherán, Parvin Fahimi enciende velas junto a las fotos de Sohrab Arabi, su hijo de 19 años asesinado de un tiro al corazón en las protestas de 2009 del movimiento verde que buscaba mayores libertades en Irán. Cada uno de los símbolos que hay en su apartament­o, donde el verde predomina, son mal vistos por la República Islámica que concentró sus energías en del 23 julio de 2011 todavía la persiguen a ella y su hija Armita, de 8 años. Shohrees la viuda de Dariush Rezaineyad, uno de los cinco científico­s vinculados al programa nuclear iraní asesinados en Teherán entre 2010 y 2013. acallar este movimiento. Las imágenes de Sobreb y del entonces candidato presidenci­al Mir Husein Musavi, en prisión domiciliar­ia desde 2011, están vetadas en cualquier espacio público. Pero en su casa, Parvin se siente protegida.

No muy lejos, en el mismo sector de la ciudad, Shohre Pirani vive una situación diferente. Los fantasmas

“Prefiero que los pactos salgan adelante”, asegura la viuda de uno de los científico­s nucleares asesinados

“Yo hablo como iraní más que como viuda de mártir, pues he pagado muy caro por esto. Pero prefiero que las negociacio­nes diplomátic­as salgan adelante porque no quiero que más familias pasen por lo que yo he pasado”, cuenta esta mujer de 35 años que señala que sólo una de las familias de los científico­s asesinados está en contra de un acuerdo que limite el programa nuclear.

No sucede lo mismo con Marzieh Jebeli. “Qué le digo, yo no creo que se firme un acuerdo. Y si lo hacen es para satisfacer el interés de algunos, no del pueblo”, explica esta mujer que como hija mártir forma parte de un círculo social privilegia­do en Irán.

Y son ellos quienes insisten en la desconfian­za contra Estados Unidos, Israel y otras potencias occidental­es. No perdonan el apoyo que le dieron a Sadam Husein

durante también la son guerra algunas Irán-Iraq.de estas Pero familias quienes más exigen del Estado. “¿Qué sacamos de todo estos muertos? Todo ha sido en el beneficio de alguno”, dice Marzieh, viuda a los 22 años y con dos hijos.

Parvin se encuentra en el lado opuesto. No puede pedir nada. Y muchas veces se siente sola. Su esposo murió un año antes del asesinato de Sorhab y su hijo Soheil tuvo que exiliarse a Alemania. Hoy vive apegada a los dos hijos que aún viven en Teherán.

“Lo mío fue una llamada de responsabi­lidad”, explica Parvin que desde el comienzo del movimiento verde se convirtió en una de sus voces más activas a través de un grupo llamado las madres de la Paz que claman por la justicia de aquellos que murieron o fueron encarcela- dos. “Voy a celebrar el día que se firme el acuerdo. Va a ser una gran noticia que influirá en el futuro de nuestros hijos y nietos”, dice.

Parvin es una convencida que este escenario traerá estabilida­d al país a largo plazo y ayudará a que los activistas como ellas puedan seguir luchando por sus demandas. con todo, teme que en los primeros meses los más radicales respondan con represión.

Shohre también tiene sus peticiones. Apoya el acuerdo pero no a cualquier precio. Uno de los reclamos más importante­s, incluido que se preserve la seguridad nacional, es que Irán pueda continuar con su programa de investigac­ión nuclear, al que pertenecía Dariush, y que incluye campos tan extensos como la medicina o la agricultur­a.

“No aceptamos las exigencias de que tenemos congelar el programa nuclear y levantar las sanciones de manera escalonada. Sólo aceptaremo­s el acuerdo si respeta las normas impuestas por el Líder Supremo de la Revolución”, dice Shohre que asegura no tener resentimie­nto contra los americanos que están en la mesa de negociacio­nes. Pero lo que no acepta es que tengan que defender los intereses de sus aliados.

 ?? CATALINA GÓMEZ ÁNGEL. ?? Parvin Fahimi, la madre de Sobrab Arabi, uno de los mártires del 2009, en su apartament­o de Teherán
CATALINA GÓMEZ ÁNGEL. Parvin Fahimi, la madre de Sobrab Arabi, uno de los mártires del 2009, en su apartament­o de Teherán

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