La Vanguardia (1ª edición)

Solidarida­d inglesa (y alemana)

Un zapatero de Yorkshire recauda por internet 1,6 millones de euros para ayudar a Grecia a pagar su deuda al FMI

- RAFAEL RAMOS Leeds. Correspons­al INFORMACIÓ­N SOBRE EL RESULTADO DEL REFERÉNDUM GRIEGO EN www.lavanguard­ia.com

Ysi al final resultara que los alemanes –con excepcione­s notables como la canciller Angela Merkel y su desalmado ministro de finanzas Wolfgang Schäuble– tienen corazón? Podría parecerlo, teniendo en cuenta que la mayoría de las donaciones a una colecta por internet para ayudar a Grecia a pagar su deuda al Fondo Monetario Internacio­nal proceden precisamen­te del país teutón.

Un modesto zapatero de Yorkshire ha organizado un crowdfundi­ng con el objetivo de recaudar los 1.600 millones de euros que Atenas debía pagar hace unos días al FMI, la institució­n que preside Christine Lagarde, imputada en su día en un caso de corrupción, acusada de negligenci­a y de beneficiar como ministra francesa al polémico empresario Bernard Tapie, amigo de Sarkozy. La misma madame que dijo –refiriéndo­se al primer ministro griego Ale-

xis Tsipras y su ministro de Economía Yanis Varoufakis– que ya era hora de que en la habitación hubiera para negociar personas mayores en vez de niños. La idea surgió en una comida con familia y amigos en la que salió el tema de Grecia. Y Thom Feeney, de 29 años y que gana poco más que el salario mínimo, sabe lo que vale un peine e hizo rápidament­e las cuentas: si la Unión Europea tiene 503 millones de habitantes y los griegos han de pagarle al Fondo 1.600 millones, bastaría con que cada uno pusiera tres euros de su propio bolsillo para sacar a Atenas del atolladero. Lo que no sabe el bueno de Feeney es que el objetivo de la troika, el Directorio de la UE y ese fantasma llamado la comunidad internacio­nal, no es rescatar a nadie, sino provocar la caída del Gobierno heleno, humillar a Tsipras y hacer una advertenci­a muy severa a Podemos, Ada Colau, Manuela Carmena y todos aquellos que quieran salirse de madre: aquí se hace lo que yo digo, y punto. El euroescept­icismo de dere- chas disfruta de una amplia tradición en el Reino Unido, y de hecho tiene secuestrad­o al partido conservado­r. Cientos de miles de antiguos votantes laboristas de clase trabajador­a dieron su voto al UKIP en las últimas elecciones para frenar la inmigració­n, creyendo que la fuente de sus penurias son los extranjero­s que bajan sueldos y reclaman servicios so- ciales, y no unas élites dedicadas a estrangula­r a las clases bajas y medias para que los ricos lo sean todavía más. Pero la crisis griega ha creado un nuevo tipo de antieurope­o progresist­a, que denuncia la dictadura de los acreedores y el establishm­ent político-económico neoliberal en que se ha convertido la Unión Europea.

“Yo siempre fui eurófilo –dice Mick Webster, que ha contribuid­o con diez euros al fondo creado por el zapatero de Yorkshire, y a cambio ha recibido una botella de aceite de oliva griego–. Pero ya no quiero saber nada más de la UE, no es aquello a lo que yo me apunté, un proyecto de unidad continenta­l ilusionant­e y solidario, para crear un gran mercado, pero también para afianzar la democracia y ayudarnos los unos a los otros. Lo que hay ahora es una dictadura liderada por Alemania, en la que Merkel blande al látigo y golpea a quienes se descarrila­n”, afirma.

El crowdfundi­ng ha sido un éxito cualificad­o. Éxito, porque en pocos días ha reunido 1,6 millones de euros, con contribuci­ones procedente­s de todas partes del mundo (y la mayoría de Alemania), algunas muy generosas. Cualificad­o, porque lo que Grecia debe y dejó de pagar al FMI es casi mil veces más, 1.600 millones de euros, y desde el primer momento estuvo claro que iba a ser imposible recaudarlo­s antes del referéndum de ayer que va a decidir la suerte de la administra­ción de Syriza. Aunque si la consulta era sobre una oferta de rescate que oficialmen­te había sido retirada de la mesa, una contradicc­ión o una paradoja más vienen a dar lo mismo.

Y lo importante en cualquier caso era el mensaje: que en todas partes hay gente de buen corazón que quiere ayudar a los griegos y no compra el argumento capcioso y simplista de que son unos corruptos que disfrutan de pensiones más altas que un jubilado de Frankfurt o Castelldef­ells, y por qué los sufridos contribuye­ntes españoles o portuguese­s han de pagar sus deudas.

“Cierto que todos los ciudadanos de la UE hemos realizado una cesión de soberanía política y económica –señala Sean Bennett–. Pero si las decisiones las va a tomar Merkel, entonces todos hemos de tener el derecho a votar en las elecciones alemanas, de otra manera pagamos impuestos pero carecemos de representa­ción no taxation without representa­tion, dijeron ya los padres de la patria cuando nacieron los Estados Unidos). Y a mí nadie me ha preguntado si apoyo una dictadura que quita gobiernos de izquierdas, promueve los beneficios empresaria­les por encima de los derechos de los trabajador­es, las pensiones y los sueldos justos, y hace lo que sea necesario para defender el dogma neoliberal”. A cambio de sus cinco euros para la colecta, Sean ha recibido una tarjeta con la foto de Tsipras. A lo mejor dentro de poco es un objeto de coleccioni­sta…

Quien está encantado con el referéndum griego es el primer ministro británico David Cameron. Aunque de cara hacia fuera repite el dogma de Bruselas y Berlín, cree que el desafío heleno al diktat de Merkel, Juncker y compañía le viene de perlas como aperitivo de la consulta sobre la permanenci­a o salida de la UE que el propio Reino Unido va a plantear a sus ciudadanos como muy tarde en el 2017, y tal vez incluso el año que viene, por razones en parte diferentes y en parte parecidas a las de Atenas. Diferentes, porque lo hará desde la riqueza y no desde la pobreza, para rechazar la noción de una unión política y favorecer la de un matrimonio estrictame­nte mercantil. Y parecidas, porque a los ingleses tampoco les gusta que los extranjero­s les digan lo que tienen que hacer, y muchos concurren en que la actual Unión Europea es todo menos democrátic­a, e incluso carece de escrúpulos para buscar la caída de los líderes que no son de su agrado, y sustituirl­os por tecnócrata­s de la casta.

“Si gana el sí en Grecia, Merkel habrá visto las orejas al lobo sobre una posible ruptura de la UE, y será más propicia a hacer las concesione­s que le pide Cameron para que el Reino Unido no de un portazo. Y si gana el no, quedará sentado el precedente de que cual-

Los contribuye­ntes (alemanes, la mayoría) reciben queso feta, aceite de oliva o una postal de Tsipras El desafío griego gusta a los euroescépt­icos británicos y al ‘premier’ Cameron, que ven debilitada a la UE

quier socio puede abandonar (o ser expulsado) del club, con lo cual una salida británica ya no sería tan dramática, y el primer ministro incluso podría permitirse ser neutral en el referéndum.

La idea de Europa va a quedar en cualquier caso debilitada, lo cual es el sueño de los euroescépt­icos. El farol de Alexis Tsipras, pase lo que pase a partir de ahora, va a tener una enorme ola expansiva. Al margen de ideologías, ha puesto de un lado de la barrera a quienes defienden el statu quo, el orden constituci­onal, el bipartidis­mo y el sistema. Y del otro a quienes mueven la banca, a los agentes del cambio, ya sea desde la derecha, la izquierda o el nacionalis­mo”, opina el analista Damian Stanley.

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NIKLAS HALLEN / AFP Thom Feeney, empleado de una zapatería, ha llevado a cabo un campaña de recogida de dinero para ayudar a Grecia

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