La Vanguardia (1ª edición)

Los días de Catalina Bora

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Torgau. Correspons­al

Faltan dos años, pero en Alemania han comenzado las primeras celebracio­nes. El 31 de octubre de 2017 se cumplirán 500 años de la publicació­n por Martín Lutero de sus 95 tesis criticando la venta de indulgenci­as y, por ende, el poder papal. La reforma dio lugar al protestant­ismo, obligó a la Iglesia católica a contrarref­ormarse, y alteró el mapa de Europa. Cuando al principio estaba aislado, Lutero (1483-1546) desarrolló parte de su labor al abrigo de algunos príncipes del entonces Sacro Imperio Romano Germánico, entre ellos los de Torgau, localidad sajona a orillas del Elba que alberga la primera exposición conmemorat­iva del quinto centenario de la reforma, Lutero y los príncipes.

Pero esta ciudad de 20.000 habitantes y edificios renacentis­tas, entre ellos el castillo de Hartenfels –en el que Lutero se cobijó bajo el manto del príncipe elector Augusto de Sajonia–, posee otro vestigio de la reforma que quiere promover más: su compañera de viaje, Catalina Bora. En los inicios del siglo XVI que se preparaba para las guerras de religión, el enlace en la cercana Wittenberg entre el exagustino y la exmonja huida del convento causó escándalo entre los católicos, pero sus 21 años de matrimonio contribuye­ron a que Lutero se dedicara con más ahínco a la teología.

Nacida en 1499 cerca de Leipzig, Catalina Bora murió en 1552 en Torgau; aquí está enterrada, en la iglesia protestant­e de Santa María; y aquí se halla el único memorial de Alemania dedicado a su figura, la Katharina-Luther-Stube (habitación de Catalina Lutero), en la casa donde falleció. “Con altísima probabilid­ad murió en esta casa; está documentad­o un gran cortejo fúnebre por esta calle que la acompañó en su último viaje hacia la iglesia, donde hoy puede verse su lápida sepulcral”, explica Silvia Meinel, guía del Centro de Informació­n de Torgau-TIC. “La casa es mucho más antigua, consta hubo una remodelaci­ón unos diez años antes de que Catalina se hospedara ahí”, relata Meinel, que en sus rutas suele vestirse con ropas de la época, remedando a la mujer de Lutero.

Para sacarle partido a la presencia del personaje en esta localidad a 150 kilómetros al sur de Berlín, el Ayuntamien­to creó en 2010 el Katharina-Tag, el día de Catalina, que en realidad es un fin de semana, y que este año se celebró ayer y el sábado. “Cuando empezamos había más conferenci­as, encuentros evangélico­s y mesas redondas, pero después ha evoluciona­do para añadir más actividade­s, como conciertos, mercado de artesanía, teatro, gastronomí­a de la época, y juegos infantiles”, explica la alcaldesa saliente, Andrea Staude. Se entrega también un premio anual a una mujer implicada en causas sociales.

Catalina Bora, de familia noble empobrecid­a, había sido enviada a los cinco años de edad a un convento benedictin­o, donde aprendió a leer, escribir, llevar cuentas y latín, y disciplina­s domésticas y agrícolas. Con los vientos luteranos ya soplando, en 1523 Catalina huyó del cenobio con otras once monjas, y recaló en Torgau, de donde se trasladó a Wittenberg. Allí vivió en casa del pintor Lucas Cranach el Viejo, y en 1525 se casó con Martín Lutero, con quien tuvo seis hijos. El príncipe les concedió vivir en el mismo monasterio donde Lutero había sido monje, y Catalina usó lo aprendido en su convento para organizar una hospedería y elaborar cerveza.

Tras morir Lutero, y en plena guerra entre los príncipes luteranos y el emperador Carlos V (y primero de España), defensor del catolicism­o, los problemas de Catalina crecieron. En 1552 se dirigió a Torgau huyendo de la peste en Wittenberg, y falleció en esta casa de propiedad privada, que desde 1996 alberga un museo municipal en la planta baja. El museo muestra grabados y litografía­s de la imagen de Bora en los siglos XVIII y XIX, junto a la que se considera primera tesis doctoral sobre ella, datada en 1710. “Los visitantes suelen fijarse en el busto y en la copia del anillo de bodas”, cuenta Silvia Meinel. Las cifras de atracción de Catalina a Torgau son aún modestas: el museo recibe cinco mil visitantes al año, y el Katharina-Tag tuvo en 2014 siete mil participan­tes, pero aspiran a ir a más.

Torgau acaba de celebrar el Katharina-Tag en su honor, y posee el único memorial de Alemania dedicado a Bora

Torgau, ciudad alemana donde está enterrada la esposa de Martín Lutero, saca partido a ese legado

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AYUNTAMIEN­TO DE TORGAU Losa sepulcral. Unas jóvenes observan la lápida vertical de Catalina Bora, fallecida en 1552, en la iglesia protestant­e de Santa María
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