La Vanguardia (1ª edición)

Canet imposible

- Màrius Serra

El sábado y hasta ayer se celebró el segundo Canet Rock del siglo XXI, el de la Banda Impossible. Pagès aprovecha para publicar un libro del periodista Enric Lucena, Canet Rock, el festival més mític 2014, con un amplio reportaje gráfico de la edición del año pasado y las reflexione­s de una docena de los protagonis­tas. Lucena ya ha publicado otros libros de formato similar, poniendo el foco en el Mag Lari, los locales de ensayo o el Concert per la Llibertat del Camp Nou. En Canet se infiltra por el escenario y el trascoro (otrosí backstage) para robar fotografía­s que reproduzca­n el ambiente que se vive ahí. Luego Lucena complement­a sus fotos con las palabras de doce protagonis­tas del macroconci­erto. Es interesant­e el contraste de vivencias. Caïm Riba, perseguido por el mito de Canet desde la tierna infancia, lo ve diferente que Joan Dausà o Santi Balmes. Los Txarango viven la magia de ver salir el sol a media actuación, tal como los de la Dharma les habían explicado que les pasó, y Delafé y las Flores Azules se ven en la comprometi­da situación de salir a tocar con el sol muy alto ante un público heroico de resistente­s que congrega, a lo sumo, un 10% de los que estaban por la noche.

En su papel de cronista continuo, Lucena cierra el libro con un episodio remarcable. En el 2014 el retraso acumulado entre concierto y concierto, felizmente arreglado en la edición del 2015, dilató los horarios previstos. Cuando, por la mañana, Lucena se va en coche el concierto aún está en marcha. De hecho, tras la salida del sol en pleno txaranguis­mo, aún tocan Brams, Delafé y las Flores Azules y The Pinker Tones. En la radio del coche Lucena escucha que los noticiario­s ya hablan en pasado del Canet Rock 2014, cuando aún no ha acabado. Lógico, porque ya se han adentrado en el día siguiente, pero su relato se basa en una previsión y no en la visión de la realidad. La vida noctámbula difumina los adverbios de tiempo. Los relojes tratan de fijar las horas y los días, pero cuando se alarga la noche nuestra verbosidad se encalla entre ayer, hoy y mañana, y los tiempos verbales vacilan: ¿dije, digo, hube dicho? La edición del 2015 es la de la Banda Impossible. La del 2014 fue la de los Txarango experiment­ando la máxima de Sisa: cualquier noche puede salir el sol. Este año no lo vivieron de nuevo, ya de un modo premeditad­o. En la portada del libro sale Alguer Miquel dando un bote prodigioso que reclama ser descrito en una futura canción de los Txarango. Si La dansa del vestit nos ilustraba sobre cómo hacer la cuchara a medianoche, tal vez este salto que Lucena congela hace el tenedor, o una tijera digna de Luis Suárez.

Los relojes tratan de fijar las horas y los días, pero cuando se alarga la noche nuestra verbosidad se encalla

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