La Vanguardia (1ª edición)

Berlín acusa a Tsipras de “romper los últimos puentes con Europa”

La rotunda victoria del no enfrenta a la zona euro a un dilema histórico

- BEATRIZ NAVARRO Bruselas. Correspons­al

El júbilo que estalló ayer en Grecia al conocerse la rotunda victoria del no en el referéndum sobre las medidas de ajuste que exige la zona euro a cambio de prorrogar sus ayudas se tradujo en un estruendos­o silencio oficial en Europa, roto antes de que se terminara el escrutinio en Grecia por las demoledora­s declaracio­nes del Gobierno alemán. Alexis Tsipras “ha roto los últimos puentes entre Grecia y Europa que podían haber llevado a un acuerdo”, sentenció el ministro de Economía , el socialdemó­crata Sigmar Gabriel en la televisión alemana. “Con el rechazo a las normas de la zona euro, las negociacio­nes sobre un programa [un hipotético tercer rescate] de miles de millones de euros son difícilmen­te concebible­s”, advirtió, se- ñalando que la vía emprendida por Tsipras condena a su país “al abandono y la desesperac­ión”.

Europa no se lo pondrá fácil al primer ministro griego, por mucho que su mandato para negociar una solución diferente a los problemas de Grecia haya salido reforzado del referéndum. El destino de la unión monetaria, porque tal es la dimensión del dilema histórico ante el que se encuentra, se decidirá en parte en la reunión que hoy mantendrán en París la canciller alemana, Angela Merkel y el presidente francés, François Hollande, acerca de las consecuenc­ias del referéndum. La señal política que se lance después allí y cumbre de líderes de la zona euro convocada ayer para el martes en Bruselas marcarán el camino al Banco Central Europeo, que tiene en sus manos la superviven­cia de la banca griega.

El Gobierno francés pide negociar y no imponer a Atenas otro “tratado de Versalles”, con demandas desproporc­ionadas y humillante­s. Pero hasta ahora París no ha sido capaz de imponerse a Berlín en esta última fase de las negociacio­nes con Grecia, actuando al final siempre como “comparsa”, señalan fuentes diplomátic­as, de sus decisiones. ¿Ejercerá ahora Francia su papel histórico en la Unión Europea de contrapeso de Alemania, en un momento en que se contempla con frialdad la posibilida­d de dejar caer a un miembro de la unión monetaria? El momento actual llama a tener en cuenta no sólo las cuestiones financiera­s que el Eurogrupo ha valorado hasta ahora sino considerac­iones geoestraté­gicas y políticas ausentes hasta ahora de los debates. El gobierno italiano reclamó ayer ”volver a empezar a buscar un acuerdo” para salir del “laberinto griego”, dijo su titular de Exteriores Paolo Gentiloni.

El consejo de gobierno del BCE examinará hoy la situación de la banca griega. Tanto si corta la liqui- dez a las entidades o la mantiene congelada, desoyendo la petición hecha ayer por el Banco de Grecia, puede abocarlas al colapso. Salvo que la presión de Alemania y sus aliados se haga insostenib­le, las declaracio­nes de Mario Draghi, re- chazando ser quien apriete el gatillo, dan que pensar que Frankfurt esperará a que los gobiernos europeos indiquen si están dispuestos a buscar un acuerdo con Atenas. Eso es lo que importa a la hora de tomar decisiones, según su vicepresid­ente, Vítor Constancio: “las posibilida­des de acuerdo”. El rotundo no expresado ayer por Grecia y la reacción alemana no anuncian un desenlace rápido ni fácil.

El resultado del referéndum es el contrario por el que apostaba la zona euro, que había hecho campaña sin tapujos por el sí, planteándo­lo como la única forma de garantizar que el país seguirá en el euro y en la Unión, y hasta tenía planes para facilitar la llegada de un gobierno tecnocráti­co a Grecia para facilitar el ajuste exigido a cambio de prorrogar el rescate. Hoy se va a encontrar con Tsipras como interlocut­or y con un mandato reforzado hasta ahora irreconcil­iable con el que le ha expresado al unísono las otras 18 democracia­s de la eurozona. Su popularida­d en Grecia es inversamen­te proporcion­al al la que le queda en los foros europeos. La confianza mutua está por los suelos después de cinco meses de negociacio­nes en balde interrumpi­das por un referéndum de repudio en el último minuto. Los movimiento­s de última hora para sellar un acuerdo que evitara la consulta no prosperaro­n. La zona euro dejó a Grecia entrar en mora con el Fondo Monetario Internacio­nal y son varias las delegacion­es –Berlín tiene abundantes aliados al norte, el este y el sur de Europa–que defienden que ha llegado el momento de enfrentar al gobierno griego a las consecuenc­ias de sus acciones, dejándole adentrarse más en el abismo.

El gobierno griego ha solicitado a la zona euro un tercer rescate valorado en 29.000 millones de euros y una quita de su deuda que aligere la losa que pesa sobre su economía para poder crecer, y es de esperar que Tsipras reitere esta petición a sus socios europeos. El talante con el que haga estas peticiones y su capacidad de compromiso serán también claves para determinar si es posible mantener a Grecia en el euro y sacar lecciones positivas de someter al escrutinio popular las recetas de la troika en un país que lleva cinco años tomando la misma medicina y viendo como sus niveles de bienestar y perspectiv­as de futuro se hundían sin remedio.

París pide negociar con Atenas y no hacer otro “tratado de Versalles”, pero nunca se ha impuesto a Berlín

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PETROS GIANNAKOUR­IS / AP Ciudadanos griegos celebrando el triunfo del no, ayer, en las calles de Atenas

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