Los mercados, ante el dragón
Los parqués, erosionados en los últimos dos meses, juzgan hoy la victoria del no
Ayer, en buena parte de la eurozona, mientras las encuestas griegas lanzaban humo, trabajaron miles de asesores financieros. A las cuatro de la tarde abandonaron la sobremesa dominical y tomaron el coche, la moto o el metro para plantarse en sus oficinas. Y luego, desde allí, se dispusieron a llamar a centenares de inversores, sus clientes. Lo hizo la gente de Barclays, de BNP Paribas, de Axa o de Baader Bank.
No había más remedio: se enfrentaban a una misión urgente. Hace tiempo que los inversores se sienten desnortados (tanto como se encuentra la dividida sociedad griega).
Es cierto que la economía griega apenas acapara el 2% del PIB de la eurozona. Y que en las últimas semanas –todas las que lleva el órdago griego en primera línea–, los analistas han insistido en ese concepto, quién sabe si con la idea de relajar los nervios: han intentado quitarle peso al efecto contagio de la deuda europea, han insistido en que la economía del continente ha recuperado la línea del crecimiento, han subrayado que el espectro de la deflación ya se ha difuminado y han recordado que el plan de compra de deuda del Banco Cen- tral Europeo (BCE) sigue en pie, vivito, coleando e inyectándolo todo de liquidez, y que así va a ser por lo menos hasta septiembre del año que viene.
Lo ha hecho, por ejemplo, Asoka Wöhrmann, consejero delegado de Deutsche Asset & Wealth Management, insistiendo en que “pese a que Grecia y las subidas de tipos de interés en Estados Unidos generan volatilidad, la economía global permanece todavía en una senda de crecimiento sólido”. ¿Y bien? Pues que los inversores no han tragado.
Entre el lunes y el viernes pasados, el Ibex cedió el 5,2%. Se trata de su peor semana desde enero. Y el suyo, desde luego, no ha sido un caso único. El resto de plazas europeas le ha seguido el paso, sumergiéndose en una espiral bajista cuya profundidad todavía se ignora. En estos cinco días, Frankfurt se ha dejado el 3,8%. París, el 4,9%, exactamente igual que el global Eurostoxx 50. Y Milán, más que ningún otro parqué: el 5,4%.
Robert Halver, analista de Baader Bank, busca cuitas en el factor emocional: “La importancia de ese elemento, la emoción, es elevada –dice–. Pero también debería serlo el factor racional. Y todos deberíamos tener claro que, haya salido el sí o el no en el referéndum, seguirá siendo extraordinariamente complica- do encontrar una solución para Grecia”.
Así que la misión de los miles de asesores financieros, ayer, tratando de llevarle la calma a sus carteras, tenía todo el sentido del mundo. Entre otros motivos, porque parece bastante claro qué es lo que va a ocurrir en las bolsas, al menos en el corto plazo. Y en términos bursátiles, no hay nada peor que la incertidumbre...
“Los inversores han mantenido cierta calma durante la última semana. Pero el lunes (por hoy), los mercados volverán a abrir con un fuerte gap de varios centenares de puntos, al alza o a la baja, como consecuencia del resultado del referéndum griego”, dijo el viernes Daniel Pingarrón, estratega de IG Markets. “Nos enfrentamos a un enorme marco de incertidumbre que deja a los mercados a merced de los titulares”, dijo Steen Jakobsen, economista jefe de Saxo Bank. Otros pudieron manejarse con más información, ya ayer, a cierre de urnas. Analistas de Goldman Sachs y Merrill Lynch hablaron de hipo- téticas caídas de hasta el 8,5% en las bolsas, un descenso que sólo podría verse atenuado en el caso de que el BCE decidiera intervenir intensificando aún más su programa de compra de deuda pública y privada.
Así que los mercados bursátiles, que habían disfrutado de un primer trimestre espectacular, con alzas próximas al 20% en la mayoría de plazas (ocurrió en Milán, en Frankfurt y en el Eurostoxx 50, mientras que el Ibex, ligeramente más rezagado, rondaba el 15%), penetran ahora en un nuevo escenario, mucho más imprevisible. O como se dice en términos financieros, volátil.
Para medir el nervio que se vive en los mercados, no hay nada como la volatilidad. Si el índice está elevado –y en la última semana lo ha estado, por mucho que algunos analistas insistan en que ha habido “cierta calma”: el índice de volatilidad del Ibex ha rondado los 550 puntos, frente a los 350 de las dos semanas precedentes–, eso significa que los inversores están tensos. Que compran y venden con una frecuencia superior a la habitual, sobrerreaccionando ante cualquier factor externo, poniendo los parqués a bailar, con subidas y bajadas intensas. El asunto griego está presente en la mente de muchos de ellos. En algunas plazas se ha asistido a descensos del 4% sucedidos de subidas del 3%, todo en esta última semana... “Todo ha girado, y seguirá haciéndolo, en torno al asunto griego”, contaba en estos días Natalia Aguirre, analista de Renta 4.
Aun así, algunos analistas insisten en que habrá curvas a corto plazo, pero las cosas se tranquilizarán pronto. Que el trasfondo financiero es alcista.
“La situación actual es muy distinta a las del 2012 (en febrero de ese año, Bruselas firmaba el segundo rescate a Grecia; y en julio, Mario Draghi tuvo que intervenir para garantizar el futuro del euro) porque buena parte de la deuda griega está en manos de la troika (la forman el BCE, el FMI y la CE)”, dice Jordi Fabregat, profesor de Economía y Finanzas de Esade. “Y la troika no va a entrar en pánico en caso de que Grecia se rompa. El riesgo de contagio que se advertía hace tres o cuatro años es difícil que se viva hoy en día. Lo que quiero decir es que lo que le pase a Grecia (o a Portugal, o a Chipre, o a Irlanda) no tiene porqué afectarle a España. Ocurra lo que ocurra, la banca europea ha blindado el sistema, al pasar la deuda griega al MEDE (el Mecanismo Europeo de Estabilidad acapara el 44% de la deuda griega) y al FMI”.
“Va a haber un fuerte vacío de mercado en las bolsas europeas, tal vez del 8,5% a la baja”, vaticinaba un experto Los analistas insisten en que la volatilidad será de corto alcance: a largo plazo, los parqués tenderán a subir