Ruido en Gràcia
En la plaza de la Virreina nadie ha quitado todavía una pancarta que anuncia para el día 20 una fiesta que empezó a las once de la mañana y terminó de madrugada. El día 23 hubo verbena con enorme bar. El otro día, hubo swing mensual. Pero lo peor es el día a día, la sucesión de músicos: ukeleles, guitarras, flamenco, clarinete, etcétera. Algunos acoplan a su instrumento y a su voz un amplificador, lo que imposibilita no oírlos aunque cierres todas las ventanas y subas el volumen de tu música. La intromisión en tu hogar es excesiva.
Después de toda esta serenata diurna, llega la noche. En las escaleras de la iglesia se agrupa gran número de personas con instrumentos, palmas, cantos y gritos celebrados por juerguistas hasta muy avanzada la madrugada. Latas brincando por el suelo, botellón, venta ambulante de cerveza. Si avisas a la Guardia Urbana y vienen, puede que, inconscientes del sufrimiento de los vecinos que allí vivimos, se les abuchee. No es justo. Lo menos molesto son las voces de las personas de las terrazas de los tres bares de la plaza que cumplen con el horario y la normativa. Noches enteras sin dormir, cansancio y frustración. Temes llegar a casa. Dirigirse al distrito no sirve de nada.
MAITE LÓPEZ MARTÍNEZ
Barcelona