Merkel y Hollande dan una última oportunidad a Tsipras
La negociación se complica tras el referéndum y el BCE aprieta a la banca griega Varufakis, el ministro más odiado en Bruselas, dimite y deja paso a un moderado Guindos rebaja el tono y aboga por la continuidad de Atenas en el euro
Ambiente de última oportunidad en Bruselas, donde los líderes de la zona euro están convocados hoy a una cumbre extraordinaria en la que la unión monetaria se juega su futuro. Se resuelva como se resuelva la crisis de Grecia, la zona euro no será la misma después de las decisiones que salgan de la cita de hoy.
“El equilibrio entre solidaridad y responsabilidad debe ser nuestra línea de conducta”, resumieron ayer en París en una comparecencia conjunta la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande. Merkel dijo haber tomado nota de la decisión democrática del pueblo griego pero, añadió, hay que tener en cuenta también “la reacción de los otros 18 países” de la zona euro, porque “eso también es la democracia, y tenemos una soberanía compartida”. Hollande enfatizó que “la puerta está abierta a las discusiones”. Ambos piden a Tsipras que les plantee “propuestas serias y creíbles” con urgencia.
La cumbre de hoy dará la señal política de si se quiere evitar la quiebra del sistema financiero griego, o si se dan por perdidas las negociaciones y se deja que el país se las arregle solo, opción que ha ganado terreno en las últimas semanas. Las perspectivas de que haya un acuerdo son clave para las decisiones que tomará estos días el Banco Central Europeo, de quien depende que el sistema bancario griego se mantenga a flote, con respiración artificial, o se hunda y, con él, el Estado griego. Llegados a este extremo, la puesta en marcha de alguna moneda paralela al euro se antoja inevitable para poder reabrir los bancos y hacer frente a los pagos del Estado.
Las palabras de Merkel y Hollande (previas a una cena de trabajo más amplia, de la que no dieron cuenta) marcaron el tono y el fondo de las discusiones a las que hoy se enfrentará Tsipras, cuando llegue a Bruselas. El acuerdo se antoja más difícil tras el resultado negativo del referéndum del domingo. El rotundo triunfo del no es una enmienda a la totalidad a las recetas económicas de la troika y el trato recibido durante cinco años de rescate, pero instituciones y gobiernos no se sienten aludidos. La interpretación mayoritaria es que ni los griegos ni su gobierno están dispuestos a hacer los esfuerzos necesarios para merecer más solidaridad.
A estas alturas, las cesiones de ambas partes deberán ser mayúsculas para evitar que las negociaciones deriven en la ruptura de la zona euro, opción que ahora mismo varios países defienden como aceptable si es lo que hace falta para reafirmar el principio de responsabilidad que, en la cada vez más extendida lógica alemana, debe regir en la unión monetaria y que Francia tiene cada vez más problemas para matizar. El “buen europeo”, dijo Merkel la semana pasada, “no es aquel que busca llegar a un acuerdo a toda costa, sino el que respeta los tratados y las leyes”.
A Alemania no le faltan aliados, como quedó demostrado ayer a la luz de las decisiones adoptadas por el Consejo de Gobierno del BCE, que examinó la situación de liquidez de los bancos griegos y la petición de Atenas de ampliarle el oxígeno. La liquidez se mantendrá al mismo nivel (a pesar de que las entidades no tienen suficiente para hacer frente a las demandas de me- tálico de los particulares y el Banco de Grecia había pedido elevarla) y aumentará la quita que aplica a los bancos cuando presentan bonos de deuda griega como colateral, lo que implica prestarles menos dinero que antes por los mismos activos,
Merkel pide buscar un equilibrio entre “responsabilidad y solidaridad” Los principales partidos políticos griegos arropan a Tsipras frente a Europa
aunque se desconoce el porcentaje aplicado. La presión dentro del BCE ha aumentado enormemente el último mes. Su decisión de la semana pasada de no cortar la liquidez, como pedían varios países de la eurozona, sino ‘sólo’ congelarla, no fue fácil de justificar teniendo en cuenta cuáles son las reglas y el ánimo de muchos banqueros centrales”, explican fuentes europeas.
Las implicaciones políticas a nivel nacional de un potencial acercamiento a Grecia juegan también en contra de las posibilidades de Tsipras de lograr un acuerdo con sus socios europeos. “Su error ha sido ‘europeizar’ su combate, en lugar de nacionalizarlo y plantear que lo que pedía era algo único para Grecia, decir que los problemas vienen de los gobiernos de los últimos 40 años”, considera Yves Bertoncini, director del Instituto Delors de París. “El problema es que Tsipras ha dicho que Grecia, España e Italia, que todos libran una misma batalla... Cuando los políticos se sienten contestados, sea por Podemos en España, sea por el frente de izquierdas en Francia, se plantan y reaccionan”, opina Bertoncini.
El primer ministro griego llega a Bruselas arropado por el mandato popular de negociar otro acuerdo y el apoyo de los principales partidos políticos del país, que ayer le arroparon de cara a su negociación con Bruselas. Tras mantener una reunión de crisis, emitieron un comunicado conjunto en el que piden a sus socios europeos que reanuden las conversaciones para un acuerdo que garantice “financiación sostenible” de su país, con el restablecimiento de la liquidez a la banca como prioridad.
La eurocumbre de hoy vendrá precedida por una reunión del Eurogrupo –esta vez ya sin Yanis Varufakis, que dimitió ayer– para examinar la petición de Atenas de recibir un tercer plan de ayudas. Merkel advirtió ayer que “no se dan las condiciones previas para entrar en negociaciones” al respecto. A la falta de confianza se suma la opinión de varios países de que la estabilidad del euro no está en juego por la posibilidad de un accidente financiero en Grecia. Italia y España redoblaron ayer no obstante sus llamamientos a una solución negociada. Ese es el pulso que hoy se librará en Bruselas.