Dos españoles que lucharon contra el EI, detenidos
La policía española actúa contra los brigadistas a su regreso de Siria
La policía española detuvo ayer en Madrid a dos brigadistas españoles que combatieron contra el Estado Islámico (EI) en Siria. Hacía varias semanas que habían regresado a España y la causa de su detención, según confirmaron fuentes de la seguridad del Estado, ha sido “colaborar con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK)”, el grupo armado que, desde los años 80, lucha por la independencia del Kurdistán.
Los dos combatientes pertenecen a Reconstrucción Comunista, una escisión de las juventudes del Partido Comunista de España, que ha confirmado su detención. Regresaron a España por carretera desde Alemania, a donde habían volado desde Turquía.
Al parecer, se trata de los mismos brigadistas que el pasado mes de enero colgaron un vídeo en YouTube explicando su aventura. Uno de ellos se identificó como Paco Arcadio y, en declaraciones al diario El País, señalaron que iban a librar “una guerra revolucionaria” contra “las bestias fascistas del EI”.
Volaron a Turquía y de allí pasaron al norte de Siria, donde se enrolaron en una brigada internacional bajo control kurdo. Las Unidades de Protección Popular (YPG) son las fuerzas kurdas derivadas del PKK que luchan por defender su territorio en Siria, al que llaman Rojava. También son el principal aliado sobre el terreno de la coalición internacional que lidera EE.UU. Varias organizaciones marxistas leninistas europeas les prestan apoyo porque tienen lazos con el PKK.
Los brigadistas internacionales se instalaron en la población de Serekaniye. Allí recibieron instrucción militar y entraron en combate.
Reconstrucción Comunista publicó un comunicado afirmando que no debería ser delito enrolarse en una unidad militar que combate al EI. La legislación española, sin embargo, impide la participación en un conflicto armado a cualquier ciudadano español, aunque sea a título personal.
España considera que el PKK es una organización terrorista. Su líder, Abdullah Öcalan, ha renunciado a la lucha armada y, desde la cárcel, negocia un acuerdo con el gobierno de Ankara que ponga fin al conflicto. El brazo político del PKK ha entrado en el Parlamento turco.