Tensa y larga noche griega
GRECIA, por el momento, ha prolongado el corralito un día más. Los bancos del país seguirán cerrados hasta mañana miércoles. Los mercados financieros han elevado del 40% al 60% las posibilidades de que el país salga del euro después del no del referéndum del pasado domingo a las propuestas de ajustes y de reformas formuladas por el Eurogrupo, como condición para un nuevo rescate financiero. Pero, pese a ello, no se han dejado llevar por el pánico y mantienen una actitud de espera ante los próximos acontecimientos.
Lo fundamental era la reunión del Banco Central Europeo (BCE) de ayer tarde, en la que su consejo decidió mantener la ayuda financiera del mecanismo de emergencia (ELA) a Grecia, ante la perspectiva de una vuelta a las negociaciones entre ese país y las instituciones acreedoras (UE, BCE y FMI).
Si se cortase la ayuda del BCE, la salida de Grecia del euro sería un hecho inmediato, porque se quedaría sin dinero y se vería obligada a emitir una moneda alternativa para intentar evitar el colapso del país. Inicialmente saldría referenciada al euro, pero inmediatamente su cotización se hundiría. Tampoco podría acudir a los mercados internacionales en busca de financiación porque le han cerrado las puertas: le exigen, de entrada, intereses superiores al 48%, del todo inasumibles.
El primer ministro griego, Alexis Tsipras, sólo tiene una única oportunidad de salvar a su país: convencer a sus colegas europeos esta noche, en la cumbre convocada específicamente para tratar la crisis griega, de que le sigan ayudando a cambio de comprometerse a realizar las reformas y los ajustes que se pacten y deci- dan para sanear y modernizar el país. De momento lo tiene difícil porque Angela Merkel ya le advirtió ayer de que no se dan todavía los requisitos para ese retorno a las negociaciones. Estamos, pues, peor que al principio, aunque con la sustancial diferencia de que ya se han quemado todas las naves.
El referéndum del domingo, en cualquier caso, ha servido para reforzar la posición de Tsipras no tanto ante la UE y el FMI, que también, como sobre todo ante su propio país, donde su autoridad estaba muy discutida. Ayer consiguió algo antes impensable: reunir a todos los partidos del arco parlamentario, excepto los neofascistas de Aurora Dorada, para presentar ante la cumbre europea de esta noche un texto de compromiso común de apoyo a las negociaciones.
Tsipras ha destituido a su ministro de Economía, Yanis Varufakis, principal negociador hasta ahora, como señal de buena voluntad ante la Unión Europea. Pero sus socios europeos no le pondrán las cosas fáciles. El primer ministro griego no puede aparecer como ganador después de haber traicionado al Eurogrupo con la celebración del referéndum del domingo.
La noche de hoy, en cualquier caso, es clave. Si Tsipras no logra ganarse la confianza de sus socios, con propuestas serias y creíbles, como pide Merkel, para reabrir las negociaciones a partir de mañana, el BCE se quedará sin argumentos estatutarios para seguir con la financiación de emergencia en los próximos días. Y de ahí al caos en Grecia sólo va un paso. Por eso el FMI se ha ofrecido a ayudar al país unilateralmente. La gravedad de la situación ante el riesgo de ruptura la ilustra el nuevo llamamiento de Estados Unidos para que ambas partes lleguen a un acuerdo.