Actualizando epónimos
Cada época tiene su aquel, que los historiadores intentan entrelazar para definirla. Las ideas y las acciones emanan siempre de las personas, de modo que las épocas también quedan asociadas a los nombres propios. La era digital permite controlarlo todo hasta el paroxismo, de manera que se puede establecer numéricamente cuáles son los nombres más buscados o mencionados en las redes. Se valora la repercusión a lo grande, sin poder zafarse del rodillo audiométrico, y por eso dan ganas de salir por peteneras. Es el caso de los epónimos, los nombres propios que guardan relación directa con la labor que desarrollan sus poseedores. Los cambios en la administración son un campo abonado a la eponimia. Hace más de veinte años que lo sigo y nunca falla. A cada renovación aparece un nuevo ejemplar detonante. En la reciente minirremodelación del Gobierno de Mariano Rajoy, más alla del ministro Wert, hubo relevos de segundo nivel. Como el del nuevo secretario de Estado de Trabajo. La ministra Fátima Báñez ha nombrado a un señor que se llama Riesgo, Juan Pablo Riesgo. ¿Quién dijo que el presidente Rajoy no asumía riesgos?
En el traspaso de poder que ahora mismo se desarrolla en el Ayuntamiento de Barcelona me llama la atención un artículo que reivindica la participación de los profesionales de archivos en cualquier traspaso de información de un gobierno a otro. El artículo (“L’arxivera i l’alcaldessa”, publicado tres semanas después de las elecciones municipales) lo firma la archivera del distrito de Ciutat Vella. Sus reflexiones sobre la necesidad de que los profesionales de la gestión documental estén presentes e incluso coordinen el traspaso son pertinentes. Parece que así ha sido en el caso de Ciutat Vella. La archivera autora del artículo se llama Roser Visa Oró y yo, dada su combinación de apellidos, la nombraría consellera de Economia directamente. Mi actualización de epónimos se completa con un profesor universitario de currículum amplio. Titulado en Ciencias Empresariales por las universidades de Luisiana y Siracusa, tiene experiencia laboral en Rusia y docente en diversas escuelas de negocios en México, Argentina, Egipto y Rusia. Este curso ha sido profesor asociado de sistemas de información de la escuela de negocios Iese de la Universidad de Navarra. Al ver su apellido, no puedo dejar de pensar que si alguna universidad catalana se fija en su currículum y le invita a hacer cursos aquí vivirá situaciones que no puede ni imaginar, sobre todo en Navidad. Porque el interfecto se apelida Káganer, sí, Evgeny Káganer.
La archivera autora del artículo se llama Roser Visa Oró; yo la nombraría consellera de Economia