Una curiosidad
En un régimen de opinión pública, las encuestas tienen un valor democrático sólo superado por las elecciones y las consultas en referéndum. En el mundo actual, la encuesta se utiliza para todo: para conocer la frecuencia de las relaciones sexuales, para detectar los gustos del público, para adivinar los giros de la moda, o para saber por dónde van las tendencias ideológicas. Las empresas e instituciones que las utilizan suelen conectar con los gustos del público. Eso supone renunciar a iniciativas propias, pero ofrece mayores posibilidades de acierto. Político o comercial.
La última encuesta del CEO tuvo un gran impacto dentro y fuera de Catalunya porque desmonta una creencia muy extendida: que la mayoría de los catalanes desea la independencia nacional. Hay, sin embargo, un aspecto secundario, quizá tópico, en el mismo sondeo que me produce una gran curiosidad: ante las elecciones del 27-S, el 58,9% valorará las propuestas de los partidos según su capacidad de respuesta a la crisis económica. Sólo un 21,1% votará por las propuestas que le hagan sobre la relación CatalunyaEspaña.
Me produce curiosidad porque la clase política dominante catalana pone sobre el tapete de las urnas justamente lo contrario: un plebiscito para terminar la relación Catalunya-España. Con ese fin se piensa en la llista del president, en la lista unitaria o en la lista unitaria sin políticos. Todo para la declaración unilateral y la apertura del proceso constituyente. De soluciones a la crisis no escuché absolutamente nada. Al menos, a Madrid no llegó absolutamente nada. Ni siquiera manipulado.
Ante esta evidencia podría decir que estamos ante una elocuente muestra de distancia entre la sociedad catalana y sus clases dirigentes. Podría afirmar que la encuesta es la antesala de un divorcio entre las aspiraciones ciudadanas y los objetivos de sus gobernantes. Podría afirmar que ese divorcio es una de las causas de la tradicional abstención de Catalunya, justamente en asuntos que afectan a su identidad como nación. Por el momento lo dejo en simple curiosidad: por qué determinados políticos se empeñan en ignorar los criterios de la sociedad.