¿Hacia una nueva guerra fría?
Hace 25 años las dos Alemanias se reunificaron pacíficamente en unas condiciones inmejorables para Occidente. Polonia y las repúblicas bálticas presionan a EE.UU. para que instale armamento pesado en sus territorios, y Putin anuncia que desplegará 40 misiles nucleares intercontinentales. El Consejo Europeo mantiene las sanciones económicas impuestas a Rusia por su apoyo militar a los insurgentes en Ucrania oriental. ¿Cómo hemos llegado a semejante situación? Boris Yeltsin nombró sucesor suyo a un coronel del KGB –Putin– que cooperó en la lucha antiterrorista tras los atentados del 11-S y permitió que material de EE.UU. destinado a Afganistán cruzara territorio ruso. Desde su punto de vista, Occidente le recompensó con una ampliación de la OTAN no sólo a los antiguos países del Pacto de Varsovia sino también a las ex repúblicas bálticas de la URSS.
Aunque el tratado de reunificación de Alemania de 1990 no contiene ninguna cláusula que prohíba dicha ampliación, Rusia cree que Occidente ha violado el espíritu del tratado. Obama suprimió el proyecto de escudo antimisiles para proteger a Europa de Irán, que requería el despliegue de radares y baterías antimisiles en Polonia y la República Checa. La ratificación por el Senado de EE.UU. y la Duma rusa del tratado New Start disminuyó el número de ojivas nucleares desplegadas por cada potencia a 1.550. El punto de inflexión se produjo tras la represión de las protestas multitudinarias en Moscú ante el fraude perpetrado por el Kremlin en las elecciones del 2011. Putin encajó pésimamente el desafío interno y la condena exterior.
La revolución de Maidan fue una respuesta espontánea contra la decisión del corrupto presidente Yanukóvich de fini- quitar un acuerdo de liberalización comercial entre la UE y Ucrania y sustituirlo por financiación rusa. Ni Bruselas ni Washington ofrecieron en ningún momento la perspectiva de adhesión de Ucrania a la UE o la OTAN. Pero Putin perdió al hombre con el que contaba para incluir a Ucrania en su Unión Euroasiática, integrada también por Bielorrusia, Kazajistán y Armenia. La escalada debe frenarse con la aplicación inmediata de los acuerdos de Minsk II de cese de hostilidades en Ucrania oriental. EE.UU. se debería comprometer a no aumentar su presencia militar en el hinterland ruso, y Putin, a no desplegar más misiles.